Uno de los pensadores más citados, pero poco conocido es Heidegger. Todo aquel que se dice intelectual da su opinión sobre este pensador que es muy difícil de entender, ya que su obra es poco clara y así, existe mucha mitología en lo que se dice de su trabajo y de su vida.

Una manera de abordarlo es empezar a contar que nació en una familia católica en 1889, sus estudios los realizó en colegios católicos, a los veinte años ingreso en el seminario de los jesuitas en la ciudad de Friburgo, pero por mala salud se cambió al seminario diocesano de la misma ciudad y estudió Teología en la universidad, hasta que a los veintidós años dejo la Teología por la filosofía.

En la universidad de Friburgo realizó con éxito sus estudios de filosofía, al grado de que fue asistente de Edmund Husserl y de él aprendió el método fenomenológico que hizo suyo adaptándolo a su manera de pensar. Husserl uno de los filósofos alemanes mas reconocidos hasta la fecha era judío y fue titular de la cátedra de filosofía de la Universidad, cuando por avanzada edad, él se retiro recomendó a Heidegger para que ocupara su puesto, e Heidegger asumió la titularidad de la cátedra. Esto contradice uno de los mitos de que Heidegger era antisemita.

En su planteamiento filosófico podemos decir que lo que preocupa a Heidegger es la de la existencia humana, la filosofía del ser se reduce a un solo ser: el ser humano que Heidegger llama el Dasein (el ser-ahí, el hombre).

La filosofía que nos ofrece Heidegger ni prueba ni desaprueba la existencia de Dios. Ante la existencia de Dios, su actitud parecer ser, por lo menos de ignorancia, es decir una actitud agnóstica.

Al igual que Kierkegaard, él se refería a la sensación de angustia, que al hombre lo acompaña desde su nacimiento al saber que va a morir. Frente a la muerte inevitable que llevamos en nosotros desde el momento de nacer y por el hecho mismo de haber nacido, Heidegger toma una posición estoica: y él dice “Debemos esperar la muerte, sabernos destinados a ella y aceptarla con una conciencia clara”. Y en su libro el ser y el tiempo (1927) da a entender que el hombre está en el mundo y al morir se dirige a la nada, esa es su angustia.

Heidegger piensa que: “El otro Ser —Dios, la trascendencia, la vida eterna— sigue siendo realidad sin fondo”.

La vida sin Dios, es una vida triste, que fácilmente lleva a la angustia y a la desesperación. Por eso la filosofía de lo concreto como es el existencialismo en general provoca tanta controversia, el hombre siempre desea un anhelo de eternidad. Incluso Voltaire dijo “si no existiera Dios, habría que inventarlo”.

Cuando Hitler tomó el poder en Alemania en 1933, Heidegger aceptó la rectoría de la Universidad de Friburgo y lo que se le ha criticado fue su discurso de aceptación donde empleó frases como: destino de la nación" y "la misión espiritual del pueblo alemán", él nunca perteneció al partido nazi, cuando se dio cuenta que los estudiantes que pertenecían al partido nazi eran los que impondrían las reglas de la universidad, renunció a la rectoría (sólo duró un año de rector) y volvió a su cátedra. El discurso que dijo, yo lo interpreto, como un discurso político que dado el tiempo que vivía Alemania (aún Hitler era un dictador en ciernes y no el monstruo en que se convirtió), es completamente explicable, como lo es el que el actual Papa Benedicto XVI en su adolescencia perteneciera a las juventudes hitleristas, ya que sin excepción todos lo jóvenes pertenecían a estas juventudes, sin que por eso fueran miembros del partido Nacional Socialista (nazi).

El rescoldo católico con el que había sido educado de niño y de joven lo tuvo toda su vida, falleció en 1976 y, por pedido suyo, fue enterrado según el rito de la Iglesia Católica junto al campanario de la iglesia de su ciudad natal. Uno de sus sobrinos, sacerdote, presidió el oficio.