Ya preparé la cena. A penas son las seis pero no quisiera hacerte esperar.
Compré pescado, hongos, verdura para una ensalada y guayabas para hacer agua fresca.
Todo está listo sobre la mesa de madera, esa mesa que construí para ti, con pino bien seco ¿recuerdas? pensaste que no duraría ni un mes. Ahí está… más que pino, parece roble!
Al perro lo amarré, para que cuando llegues no te salte encima, saludándote y moviendo la cola. Al gato no lo veo por ningún lado pero seguro que cuando te oiga se aparecerá por aquí, zalamero igual que siempre. He perfumado la casa entera con ramitos de gardenias por todos lados. A nuestro hijo lo he acostado temprano… quiero esta noche solo para nosotros. Solo los dos. Quiero volver a tomar tus manos tibias y acariciar tu cabello, quiero que veas conmigo esta lluvia que no para de caer y que oigas su chipi chipi sobre el tejado y poco a poco te duermas en mi pecho.
Pero el pescado ya puede ir enfriándose y la ensalada… ésa ya está agria sobre la mesa, que será perenne y muda testigo de que el llanto me ha vuelto a vencer
¡Sí! Maldita sea! Lloro a más no poder, porque vuelvo a comprender que has muerto, que ya no vendrás y mientras ahogo mis sollozos para no despertar al niño, salgo a soltar al perro. El también está triste y ya no va a saltar sobre ti, simplemente se perderá entre los árboles medio muerto de la tristeza y no volteará, probablemente seguirá al gato, ese mismo que no veo desde hace semanas.
Con mis ojos inundados me tiro sobre la cama a llorar como un niño, nadie te puede devolver. Nadie te puede regresar para que te acaricie el cabello y te tome de las manos.
¿Nuestro hijo? Que duerma, así está seguro. Así no recuerda que ya no éstas. Que se emborrache de sueño.
Yo sigo aquí escuchando la lluvia, atormentándome al armar todo un teatro para fingir que creo que volverás. Aquí me tienes: escuchando el chipi chipi de la lluvia, desahogándome del dolor; tomando fuerzas para el día de mañana prepararte la cena y amarrar al perro esperando que, cuando llegues a casa, no te salte encima.
Aún huele a gardenias. Seguro que estás por ahí…
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