Te vi llegar con la mirada tan limpia y tan enormes sueños y esperanzas. Te palpé desnuda de maldad y de pensamientos negros. Sentí tu carne tan transparente y tan tibia de mañana. Te despejé de ideas antiguas y te hice pensar como mujer. Llegaste a ser tan mía como mis ojos y tan apegada a mis sentimientos. Te tomé como carne nueva y madura y te hice sangrar en besos casi eternos. Caíste rendida ante mis ansias y mis manos de llamas. Te quemé tanto con mis manos y con mis besos de infierno. Lloraste de placer en mis brazos y en mi cuerpo ardiente. Té ví entrar en las llamas y no quise que escaparas. Sentí tus palabras envueltas de placer y de aceptación continua. Te cubrí con mis manos y con mis labios de verdugo. Dejaste que destrozara tu cuerpo y tus pensamientos de mañana. Te hice madurar en la carne mía y en mi cuerpo de abrazo. Subías con alas de águila y de placer a eternizarse. Te ayudé a subir sin dolor a las nubes y a tu infinidad de mujer. No querías bajar a la realidad y a la cordura de tu vida. Te vi descender dolorida y jadeante, y sin palabras de transparencia. Lloraste envuelta en humedad y no quise verte llorar. Te vi arrepentida y alegre y a mi lado como mía, Mujer. 03.08.78
Texto agregado el 30-05-2004, y leído por 213 visitantes. (1 voto)