Al campesino se lo llevó la necesidad. La oportunidad de olvidarse de todo. Se lo llevaron las ganas secretas de ya no oír a sus hijos llorando de hambre. Se lo llevó la fantasía rota de una promesa agraria.
Cada palmo de tierra, burlada y violada por políticos, por soldados, por empresarios, le duele al campesino. Al que soporta con su esfuerzo, lo que tragamos a diario. Yo hace mucho que no como tortillas: como el esfuerzo de algún campesino jodido.

- ¡Me querés chingar...!- ha sido su frase preferida, obligada. Yo solo cierro los ojos y sigo mi camino. Chingándolo con mi indiferencia, creyendo que no exíste.

- Pos` las verduras no las caga Dios...- decía Pedro Galdino, en el mercado de San Juan y todos reíamos.
- ... las riegan los campesinos con su sangre! -remataba. La risa se nos iba y como no queriendo la cosa, nos dispersábamos. Nosotros, los que no los vemos.

Al campesino no se lo llevo un trabajo con los gringos. No. Antes se lo lleva la prisa de largarse de aquí. De su tierra adorada... que ironía !!

Se lo llevan los perros flacos que en las peores épocas, sirven de alimento. Pero saben amargo; y como no, si en su nobleza comparten el hambre y la tristeza de sus dueños. Pobre "palomo", pobre "chata" !! Así la carne de nada sabe a nada.

Al campesino se lo llevaron todos los colores: los Calderones, los López Obradores y los Madrazos. Más de éstos últimos: en el hocico y en la panza - vacía de por sí-.

Madrazos por nada: por preguntar, por rezongar, por no agradecer, por no ir de borrego... por no aplaudir. Hasta por no hacerle caso al pinche diputado maricón que, con sus amenazas, terminó por correr de aquí a mi tío Ramón. Cualquier cosa ya es un pretexto. Así no se puede vivir -¿cómo he hecho yo para seguir?-

Como al amor, al campesino lo mata el olvido:
-Quero quererte María, pero desde acá... pos cómo?

Y se muere el amor por la María y por la segunda mujer que es la tierra.

Al campesino, sencillamente, se lo llevó la chingada !!!


"...santas manos que han de arrancar a la tierra hijos en mazorcas; hijas en cada flor...”