La primera vez que la vi, honestamente no la recuerdo, y eso es porque por lo general mujeres como ella las bloqueo en automático, es decir claro que la vi, una mujer alta (o así lo pensé al principio) de ojos claros y con un cuerpo que sin ser perfecto podía mantener el interés de muchos y hacerlos voltear para dejar una mirada pegajosa lujuriosamente colocada entre sus pechos o sus nalgas dependiendo si iba o venia. Digo que las bloqueo porque por lo general las mujeres atractivas son perfectamente concientes de sus encantos y de como usarlos, de modo que no es difícil ver tipos desviviéndose por cargar, llevar, traer cualquier cosa que ellas caprichosamente necesiten a cambio de una sonrisa o un coqueto medio abrazo acompañado de un “que hombre tan caballeroso” haciendo sentir al pobre ingenuo mas cerca de ella cuando en realidad se encuentra a kilómetros de su cama, el único castillo que quiere tomar por asalto el improvisado caballero de brillante armadura.
Hola, bienvenido hay mucho trabajo no te vas a aburrir. Me dijo cuando me presentaron con ella después de recorrer la oficina saludando a todos y olvidando casi al instante los nombres y funciones de mis nuevos compañeros, y por cierto fue una de esas veces que me dijo la verdad, el trabajo era excesivamente rutinario, y para mi, que no tenia habilidad con el teclado de la computadora, era como participar en una carrera de caballos montado en uno si no parapléjico por lo menos aquejado de artitris. Así que podía estar frustrado pero aburrido nunca.
Tres meses después me aceptaron formalmente en el trabajo a para ese entonces mi montura comenzó a recuperarse de su invalidez y se había transformado en un honroso jamelgo menos vigoroso y fuerte que el mismísimo rocinante pero suficientemente rápido para llegar en penúltimo lugar y dejar la corona de el mas lento descansar en otras sienes que no fueran las mías.
Todo era una rutina, la semana estaba organizada con una actividad por día siendo los mas pesados los tres primeros, de forma que esos días llegaba más temprano que de costumbre 2 horas antes de la entrada formal, y me conectaba a mi maquina, literalmente. Porque en cuanto supe que podíamos traer nuestra propia música y guardarla en la pc traje mi respetable colección en ese tiempo de mas de 200 canciones, portento de casi un giga, para ponerlo en perspectiva basta decir que en esos días los celulares solo eran teléfonos, sin cámaras, ni reproductores, ni memorias, nada.
La historia comienza a ponerse interesante cuando nuestro perspicaz jefe decide reorganizar la oficina colocando a los integrantes de cada cubículo doble de acuerdo a la milenaria formula china del equilibrio, el yin y el yan, en nuestros términos un tranquilo por cada desmadroso. Ahí voy con mi silla, pc, y casi un giga de música a sentarme junto a ella. Cual sería la percepción que tenia de mi que cuando le dijeron con quien se iba a sentar, le llamo a su novio que estaba en otra área y cuando llegó a verla, muy dignamente salio de la oficina y en el pasillo se soltó a llorar, ella me lo contó adelante cuando pasábamos horas hablando.
Cierto es que se combinaron una gran cantidad de factores, como todo en la vida es resultado de la exacta mezcla entre circunstancias, personas, lugares y condiciones físicas que por mas irrelevantes que parezcan resultan determinantes para que exista lo que llamamos destino.
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