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El alba se asomaba coquetamente mientras la citadina salía del bar de aquel escondido pueblo. Su mirada cabizbaja intentaba recordar cuantos tragos se había bebido esa noche. Antes de salir del bar, cabeceaba mirando las botellas de aguardiente y cuando volteó a observar la de cerveza pareció que ésta le hubiera hablado a su vejiga, pues le entraron esas inmensas ganas de evacuar ese torrente de agua que pareciese se fuera a desbordar.
Presurosa se levanto como pudo de la silla, y sintió los ojos que un campesino de aquel pueblo le había puesto encima. Su mirada reflejaba tanta pureza que olvidándose de sus necesidades se embobo tratando de contenerla lo más que pudo. Sin embargo un pequeño chorrito mojo su tanga y le recordó su necesidad de salir corriendo a buscar un baño.
En el camino estaba molesta, como era posible que un bar no tuviera sino un orinal. ¿Donde encuentro un baño? le pregunto a otro borracho del pueblo. Métase a esa casa mijita, y siga derechito que ahí detrás del patio lo encuentra.
Contenta por la respuesta corrió dentro de la casa. Una casa antigua de unos 100 o mas años, hecha de bahareque, con un patio gigante y un baño al final de él que la saludaba misteriosamente. Antes de que alcanzara a llegar desabrochó su pantalón con tal rapidez, que rompió el botón que cayo al suelo. Al mirarlo noto un olor nauseabundo que emanaba del suelo, las paredes y que se iba acercando a ella. El baño era público y fétido, todas las segregaciones de la gente del pueblo en ferias se encontraban allí. No había tiempo de recapacitar, ella había inventado una forma de orinar en el inodoro sin necesidad de sentarse en él. Sin pensarlo termino de bajar su tanga, puso los pies en la taza y se acurruco. La escena era graciosa, intentaba en medio del mareo no perder el equilibrio por eso ponía sus dos manos sobre la pared para no dejarse caer.
De repente aquel líquido residuo producto de todo el licor empezó a bajar y con ello aumentaba su calma, se sentía extasiada e inclusive excitada. La paz fue invadiendo su ser y empezó a experimentar una tranquilidad absorta que hizo que en medio de olores nauseabundos se quedara unos segundos más.
Su cabeza consiente de el hedor nauseabundo se inclino hacía arriba, como un llamado de una fuerza superior y vaya sorpresa que empinado sobre la puerta se encontraban los ojos del campesino, cuánto tiempo estaría ahí? Al principio se sintió apenada, y quito la vista, pero esta fuerza era superior y la obligo a voltearse nuevamente, y observar la ligera sonrisa que de sus labios emano.
Unos segundos bastaron para que él abriera la puerta del baño, la ayudara a pararse y le pusiera sus manos, sus suaves manos en su rostro. No se pronuncio ni una palabra, en el ambiente a pesar de ser asqueroso se respiraba una pureza inimaginable. La citadina coloco sus brazos sobre el cuello de aquel hombre y se sumergió en sus labios, sintiendo como la lengua de él recorría toda su boca. Le empezó a acariciar la espalda y su respiración aumentó. Lo deseaba de una manera única, quería que él la siguiera tocando, que recorriera todos los rincones de su cuerpo con su húmeda lengua que la estremecía.
De repente él postro sus manos sobre sus pequeños senos, mientras bajaba su lengua desde la oreja hasta el cuello. Absorta ella se fue mojando poco a poco mientras él la seguía tocando, quería que el la tuviera, quería tenerlo dentro de ella.
El ambiente cálido, su olor como hierba fresca, su sabor dulce, era tan fuerte que los olores de inmundicia humana habían desaparecido, o quizá se habían mermado, se habían escondidos. Que es la realidad si no una apreciación de nuestro ser egoísta que todo lo quiere comprender. Mentalmente se puede estimular mejor un olor que otro. Se siente más una ligera gota de agua en medio de un absorto calor. Se siente más un olor dulce y apetecible en medio de fétidos hedores. Así logramos guiar la mente hacia lugares inhóspitos, donde estando en tinieblas o planicies se podrán ver las nubes y el sosiego que solo ellas producen.
Al salir del baño, ella creyó que era una ilusión, un delirio de los estragos de haber bebido tanto, quizá. Pero él seguía ahí, y ella se frotaba los ojos y aún sentía su agradable aroma, como de hierba de campo. La luz se apuntaba con mayor fuerza entre las rendijas de la puerta y ella salió de ese cuarto de baño como paloma guiada por la fuerza del viento. Cruzó la calle y avanzo a pasos ciegos, sintiendo la fresca paz que solo la mañana otorga. Cruzó otra puerta, se acostó en una cama y cerró los ojos, sintió que aquel campesino se le había metido tanto que continuaba ahí, sintió nuevamente sus manos, sintió su aroma y una gran sonrisa salió de su cara, él estaba con ella.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
CdlB.

Texto agregado el 09-07-2009, y leído por 213 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
09-07-2009 Qué es un cuento? Un porque si. Qué es un cuento? Una invención. Y el mejor cuento es pequeño. Todo cuento tiene un dueño, y los dueños, dueños son. ZEPOL
09-07-2009 ***** liter
 
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