La comedia, considerada en sus comienzos cómo un género menor, surge en Atenas en el siglo V antes de Cristo cómo resultado de una amalgama de tres componentes principales: lo dramático, lo festivo y lo religioso. Este último se remonta a los cantos entonados como culto a la deidad Dioniso.
La comedia se diferenció de la tragedia por no ser mitográfica, es decir que no trata del estudio de los mitos. Servía para mostrar y corregir los vicios y defectos de la sociedad de su tiempo. Otro punto diferenciador es que mientras la tragedia se ocupa del individuo, la comedia hace lo propio con la sociedad a la que pertenece.
El mayor exponente de la Comedia Antigua griega es Aristófanes. Su obra se caracteriza por su constante denuncia, utilización de efectos grotescos, sátira feroz, lenguaje desenfadado, alusiones al sexo, cierta simpatía hacia la vida, burla al poder y crítica despiadada.
Una fecha trascendente en la historia de la comedia es el año 486 a.C. en que se realiza el primer certamen de comedias, a partir del cual aquella se divide en tres etapas: la Comedia Antigua, la Comedia Media (siglo VI) y la Comedia Nueva, en la que se destaca Meandro.
Ya hemos hablado de la primera (aristofánica), en la Comedia Media se ponía en ridículo a personas que el pueblo reconocía por sus hechos y dichos, pero sin nombrarlas directamente.
La temática de las comedias de Meandro (Comedia Nueva) eran la crítica costumbrista y las flaquezas del género humano, además sus obras son de enredos, de situaciones típicas y tópicas, y de amor contrariado.
En Roma las comedias son desarrolladas principalmente por Plauto y Terencio que siguen los pasos de Meandro. El primero se reconoce por su estilo ágil y dinámico, y fue una fuente directa de inspiración para los grandes comediógrafos europeos de los siglos XVI y XVII.
La obra de Terencio es de tono realista y contiene matizados apuntes psicológicos, y ejerció también perdurable influencia en el desarrollo del teatro occidental.
Haciendo un salto llegamos a la Edad Media en que aparece la “comedia humanista” inspirada en la comedia latina, y que estaba destinada a ser leída pero no representada.
En el Renacimiento la comedia se fusiona con las farsas populares. El siglo XVI y el XVII son la edad dorada de la comedia. En Francia se destaca Moliere, en Inglaterra Shakespeare y en España Lope de Vega.
Moliere aporta con sus personajes cómicos y con temas arquetípicos que provocan la risa. Sus personajes están llenos de verdad humana y son fuertemente satirizados. Moliere se alimenta de los géneros cómicos medievales, farsas, monólogos cómicos y espectáculos callejeros.
En su misma época los más cultos tratan de resucitar a los grandes géneros teatrales de la Antigüedad clásica (Aristófanes, Plauto y Terencio). De aquí extraen intrigas amorosas complicadas, peripecias, malentendidos y sorpresas, que se resuelven con acertadas estratagemas.
También toman elementos de la Commedia Italiana (enredos amorosos, celos, etc.) y son influidos por la comedia española (Lope de Vega, Calderón de la Barca, etc.) Además de Moliere se destaca Corneille.
Mientras tanto en Inglaterra aparece Shakespeare tomando también elementos de la Commedia Italiana. Sus primeras comedias se inspiran y nutren en el lenguaje artificial creado por Lyly (otro dramaturgo ingles) y en las convenciones cortesanas.
Su primera comedia es “Los hidalgos de Verona”, la segunda: “Trabajos de amor perdidos” de refinado gusto que trata crítica e irónicamente las modas y costumbres de su época. En la tercera (“Sueño de una noche de verano”) innova la comedia con una mezcla de elementos naturales y sobrenaturales.
En “El mercader de Venecia” trata los conflictos humanos más complejos. Después viene una suerte de comedias “tristes” para un público educado.
En España Lope de Vega escribe comedias de tres índoles diferentes: comedias de asunto histórico, de asunto mitológico y de costumbres. Además escribe “Arte nuevo de hacer comedias” que es una obra original y que marca una ruptura con todo el teatro anterior.
Más tarde, en el siglo XIX Beaumarchais aporta a la comedia fantasía, dinamismo, crítica social y fluidez de la intriga. En el siglo XIX dos hombres se destacan especialmente: el irlandés Oscar Wilde y el noruego Henrik Ibsen.
Oscar Wilde renueva el teatro británico con un humorismo ágil y brillante no excento de sátira y de una subyacente melancolía. Las constantes en la obra de Ibsen son la penetración psicólogico y la difusión de las ideas a través del teatro.
En el siglo XX aparecen las comedias tradicionales sobre inquietudes psicológicas, sociales y filosóficas. Se destacan George Bernard Shaw y Luigi Pirandello. También surge el teatro del absurdo con una visión pesimista del mundo.
Shaw plantea por medio de la ironía y la sátira intelectual los problemas y contradicciones de la sociedad de su tiempo. Pirandello indaga las facetas contradictorias de la personalidad y el contraste entre vida y arte.
El teatro del absurdo (que incluye comedias) surge a partir de las obras de algunos dramaturgos estadounidenses y europeos (Becket, Ionesco), de las décadas 1940, ’50 y ’60. Se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica.
Los rasgos distintivos de este movimiento teatral son el cuestionamiento de la sociedad y el hombre, la incoherencia, el disparate y lo ilógico
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