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El Final.

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Una pareja, él un borracho cualquiera, ella una puta de la calle, baila al ritmo de la canción sonando en la rocola: The end, de los Doors, la cual es una de las razones por la que sigo viniendo a esta cantina. Además del de Las Puertas está un disco de los Stones y otro de The Who, eso para mí ya es motivo suficiente. Las demás son canciones para machitos chillones cantadas por otros igual de putos, lo típico: Vicente Fernández, Los Temerarios, Capaz de la Sierra, luego el nefasto reguetón, la tropical, etcétera. Pido otro trago, wiski sólo con hielo. Ya bebí más de lo debido pero no importa, traigo truco. Los que bailan se manosean sin importarles los demás, somos pocos: el cantinero mirando un partido de futbol en el televisor, una mesera gorda, alguien durmiendo sobre una mesa, ebrio, parece balbucear mientras se ahoga en sus babas, un grupo de futbolistas gritones celebrando el triunfo o la derrota o el empate, y yo, que pido otro trago; el borracho cualquiera restriega su cuerpo contra el de ella, apretándola del culo, pellizcándole las nalgas, la puta ríe y le da una cachetada, luego lo besa y siguen bailando, sin prestar atención, dudo que sepan quién fue Jim Morrison, de cuando a ese cabrón lo llevaron al bote por chaquetearse frente a su público en medio de un concierto, simplemente bailan la danza del borracho golpeador, asalariado de oficina, con la puta barata que es golpeada y, luego ella, golpea al hijo o al perro o a la pared al llegar a casa (dudo que tenga algo de eso, dudo que tenga una casa) la danza de la puta y el borracho, nada más, no tienen por qué poner atención al grito del Rey Lagarto, a su voz perdida: Father (yes son) I want to kill you; Mother… i want to… y por eso siguen bailando, casi cogiendo parados, hasta que la mesera llega a decirles algo.
La primera canción ha terminado. Ahora comenzará la otra: dos por cinco pesos. Back door man sale de las bocinas. Considero que es el momento preciso para inhalar un poco. Pero puede llegar Maldoror y al no verme se va a desconcertar. Otra de las razones es Maldoror, no sé porque le gusta citarme aquí (aparte de la música, por supuesto) Voy al baño y observo a la mesera hablando con el borracho y la puta, mientras ellos continúan tocándose las carnes. Al regresar a mi mesa, son tres ahora los que bailan, unidos en un abrazo ridículo y lujurioso, un triangulo de ebriedad. Maldoror no ha llegado. Me pregunto qué demonios pensaría Morrison si viviera y observara esta escena, si viera al absurdo trío bailar sus canciones, retorcerse, entregarse al placer con sus letras de fondo, porque ahora son tres los que se recorren con las manos, son tres cuerpos los que danzan grotescos y cachondos, a lo mejor levantaría la botella Jack Daniels, a manera de saludo, sus ojos perdidos detrás de unos Ray Ban de gota negros, protuberante panza y barba abundante, llevaría la botella a sus labios, daría un tremendo trago y diría abúlico: Suck my dick, motherfukcers; o quizá no diría nada, tan sólo estaría ahí sentado, su mente quién sabe dónde, con los años y todos sus avejentados demonios encima. Quizá escuchando jinetes cabalgando en la tormenta.
Maldoror entra a la cantina con ese andar suyo tan crápula, parece una hiena o un chacal, alguien que se desenvuelve en su territorio, pero sigiloso. Cuando me ubica se acerca, escupe un gargajo que se estrella en el suelo. Nos vemos raros en la cantina, aunque a la vez, nadie nos note: dos tipos con sombreros de fieltro, gabardinas, ropas y botas negras, con casquillos en la punta. Me queda viendo directamente a los ojos, deja su sombrero sobre la mesa y toma asiento. Ordena lo mismo. Qué hay, digo. Levanta un poco la barbilla, se acomoda las gafas oscuras, es su manera de saludar.
De pronto surge en mí la pregunta: ¿Hay acaso una zona infranqueable que divide a la razón de la locura, una frontera, una muralla de fuego, la cual una vez atravesada ya no se puede regresar, una vez que te has quemado en ciertos infiernos, tu vida y toda la porquería que le rodea ya no vuelve a ser la misma, se diluye hacía un tiempo perdido y hacia ningún fin tangible, siquiera imaginable; o es quizá un velo muy débil, una cortina de humo negro fácil de traspasar, que cualquier persona, en cualquier momento, por determinadas circunstancias inevitables en su vida, decide franquearla, dejarse caer en la locura, decide cruzar al otro lado… to the wild side? Ya no recuerdo bien cuando comenzamos con esto, el día exacto, pero ahora tampoco es muy importante. Ahora nada es relevante.
Qué pues ¿le entras? me preguntó aquella ocasión. Pero yo sólo quiero tomar las fotos, cabrón, sabes que a eso me dedico. Y que me asegures que va a ser una buena lana, nada riesgoso, que no hay ningún pedo. No hay ningún pedo, no lo habrá, ya te dije que los clientes son gente influyente, concluyó. Así comenzamos, primero con las fotos, luego a filmar y todo fue sucediendo.
Traes coca, afirma, no pregunta. Aja, reafirmo yo. Dame, necesito un poco. ¿Qué haremos hoy? y ya sé, su respuesta será algo retorcido, algo solamente generado en su mente dañada, en su mente corroída, en esa mente de diamante en bruto, como suelen ser las mentes de todos los verdaderos genios. Shine on your crazy diamond, cantaron los de Pink Floyd hace tiempo. Me acuerdo cuando comenzamos madreando a choferes de combis culeros, a borrachos durmiendo en banquetas, a vagabundos y prostitutas de la 5ª norte y la central, del terreno baldío donde alguna vez estuvo la iglesia de Guadalupe, lleno de yonkis y chemos, de niñas que te la maman por… una mamada. Recuerdo cuando sólo golpeábamos, bueno, de hecho, yo al principio sólo tomaba las fotos, filmaba la madriza. Con el tiempo me dieron ganas de madrear a alguien, quería saber cómo era golpear a alguien con un martillo en la cabeza y se lo dije. Fue así como comencé a matar, accidentalmente (aunque así lo quería yo, quería matar a ese cabrón que se había burlado de mi escuálida complexión y de mi color pálido, “Qué onda pinche meco”, me decía en el trabajo, cuando llegaba a entregar las fotos para el periódico, enfrente de todos y todas, esa palabra para mí era el semen, de donde vengo le decimos meco al semen, nunca pensé que acá significara güero o fuera atribuible a alguien que es demasiado blancuzco, cuestión de semántica… la semántica te puede llegar a matar… entonces lo golpeé varias veces y tan fuerte con el martillo, la sangre y los sesos quedaron impregnados en la pared de una manera hermosa, sobrevolándoles una luz tan especial entrando por la ventana, era la luz de la luna y la de una cruz de neón que Maldoror había colocado a manera de sarcasmo visual, fuera de la cabaña, una escena digna de fotografiar.
¿Recuerdas a las viejitas que vimos el otro día en la panadería, las que nos dijeron vagos, buenos para nada, parias? Las recuerdo, la vejez es tan… apestosa, denigrante. Sí, desgraciadamente, digo. Pues hoy les carga la verga, alguien ha pagado por adelantado por algo de gerentofilia, no conozco otras víctimas mejores. Me da asco nada más imaginarlo. Es decir, cuando ha sido con señoras, con jóvenes universitarias o putitas de levantadas en los bares, pues no hay problema, obviamente, ahí si me dan ganas de coger, a veces, no es muy seguido, pero con unas momias, con alguien tan… arrugada (no sé por qué me dan aversión las arrugas, en todo tipo de superficies, no solamente en los viejos) me provoca asco sólo de filmarlo.
Va, está bien, le contesto. Nos bebemos unos vasos más, nos llenamos de cocaína el organismo y ahora sí, como dice la canción, me pongo un saco, tomo la navaja y salgo a clavar.

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Todo el asunto de cómo las raptamos, cómo las subimos a la camioneta, cómo las amagamos, no tiene nada de importante. Al principio grabábamos hasta estos detalles: al asesino, a este tipo de artista, le gusta que se vea la obra de arte y también parte del proceso, por qué no, pero no es como pintar un cuadro, hacer una escultura o escribir una pinche novelita o un puto cuento que nadie leerá, esto es distinto, pensábamos, supremo. Pero después los clientes fueron más específicos y concretos: sólo queremos el momento preciso, la acción núcleo y medular, queremos ver cómo los destripan, cómo se las cogen, como les rompen el cráneo, como sodomizan, como se esparce la sangre, las vísceras, como escurre la mierda, esas cosas son las que venden, llegamos a concluir. Maldoror sólo se dedica a golpear, a violar, a hacer daño, a destruir (es su manera de crear) nunca graba ni nada de eso, cuando termina se sale del lugar que hemos improvisado, a fumarse un Pall Mall o un Delicados. “El set de grabación y degradación”, como le llamamos, que es la bodega de una cabaña vieja y en mal estado, alejada de la ciudad, la cual compramos entre los dos.
Lo conozco desde la secundaria, siempre fue raro y explosivo, siempre caminó de la misma manera, una vez le clavó un lapicero a un profesor que le jaló las orejas. Fue algo que me causó mucha gracia, el maestro se retorcía muy chistoso pues el arma improvisada fue a quedar clavada justo en sus huevos. Yo siempre fui más retraído, pero no sé por qué decidí hacer amistad con aquel loco. Nos íbamos de pinta y esas ondas, emborrachábamos a las compañeras, nos las cogíamos entre los dos, yo les tomaba fotos en pleno bacanal y, para seguirlas cogiendo y nos llevaran más víctimas, las chantajeábamos con mostrar lo putas y borrachas que eran. Una vez se nos iba a morir una pendeja pues nos pasamos con la yumbina, la dejamos tirada afuera de la cruz roja y escapamos en el carro de otro amigo. Cuando íbamos en la preparatoria seguíamos haciendo nuestras loqueras. Madreamos a varios cabrones, asaltábamos depósitos de cerveza, salíamos de “rienderos” y esas ondas. La verdad no necesitábamos el dinero, él siempre fue el más acomodado económicamente de los dos, vivía en las Lomas del Tacaná, yo tampoco sufría y carecía de nada, era basura clasemediera, como cualquier otro pendejete de la generación que creció con un mosaico cultural demasiado peculiar: Chiquilladas, Los cuentos del espejo, ALF, Los años maravillosos, los stickers de los Garbage Paid Kids, el Grunge, el suicidio mainstream de Cobain, así sucesivamente. Aunque casi no mirábamos esas pendejadas, no estábamos pendientes de nuestro entorno, o del “entorno” creado por una sociedad pueril, de hecho, nos gustaba más leer filosofía, libros de psicología, ciencia ficción o de terror, literatura negra, y teníamos una adicción enfermiza a la música clásica (en especial Chopin) al jazz y al rock, cuando Maldoror me encontró escuchando el Nevermind de Nirvana, debajo de las escaleras de la escuela, me dijo que si en verdad quería escuchar música debería escuchar Whatever’s cool with Me, de los Dinosaur JR, o mínimo, algo de Leprosy, o Ángeles del Infierno. Fue en esa etapa cuando me hizo aquella confesión, el día que decidimos escapar para esta ciudad por cierto, dejar atrás a los estúpidos de nuestros padres y hacer dinero asaltando camiones del COMETRA, viviríamos a nuestra manera, violando a todas las viejas que se nos atravesaran, tonterías de adolescentes, pues al venirnos acá, yo seguí viviendo de mis padres unos años más, terminé una carrera en Comunicación y me especialicé en fotografía, ahora tengo un trabajo de quinta, en un semanario y colaboro en algunos periódicos, además de ser artista, pues vendemos nuestras trabajo, eso es la entrada más fuerte; luego él desapareció por un tiempo, se fue al gabacho, después regresó y lo encontré de nuevo, en la cantina de siempre. Pero volvamos a la confesión de aquella noche, Maldoror contó cómo un tío los obligaba a él y a otro primo a felarse mutuamente, haciendo un 69, a la edad de 6 o 7 años. No recuerdo bien la edad, carnal, decía entre alcoholes y la mota, pero el hijo de puta nos obligaba a mamársela a él también después, luego nos culeaba el muy puto. Una ocasión, cuando nos obligó a hacer de nuevo lo que más le gustaba que hiciéramos, el incestuoso y pedofílico 69, me percaté de mi primo, un par de años mayor que yo, sonreía el muy cabrón, como disfrutando aquello, luego sentí uno de sus dedos introduciéndose en mi culo, carnal ¡puedes creerlo! el muy puto ya lo disfrutaba también, entonces, sin pensarlo dos veces, con mi poca capacidad de comprensión en ese entonces, pues qué puede pensar un niño al que le pasa eso carnal ¡eh, dime! ¡eh, chútate esa, carnal! Así que con mi poca comprensión y percepción de todo en ese momento, valiéndome madres las amenazas de matar a mis padres y de hacerle lo mismo a mi hermana, le metí una mordida tan fuerte a mi primo que le arranqué de tajo la verga, carnal, salí corriendo decidido del cuarto de mi tío y le grité a mi abuela, llegué hasta la cocina, donde preparaba menudencia, ese olor tan penetrante de las vísceras del cerdo friéndose, cada vez que vuelvo a olerlo en algún lado me dan ganas de matar a alguien, mi abuela volteó a verme por el escándalo que hacía: mi boca llena de sangre, desnudo, yo escupí a sus pies el falo arrancado con mis dientes, je, lo hubieras visto, carnal, lo hubieras visto, ya no lloraba, reía a carcajadas y daba de brincos, danzaba como loco sobre mi trofeo, una danza tribal, así fue como cacharon a mi tío, nuestros padres (los míos y los del putito de mi primo, ahora neo eunuco) le metieron una madriza, casi lo matan si no hubiera intervenido la abuela, luego lo demandaron, pero huyó en cuanto pudo. Poco después nos enteramos de su muerte en algún lugar del norte, en Tijuana creo, murió de sida, creo que se inyectaba heroína hasta en las venas de la verga. El pendejo de mi primo se quedó desmayado por el dolor, sobre un charco de sangre, castrado. Je. Luego se volvió lilo de un congal para chotos. ¿Puedes creerlo? ¡Puto desde pequeño el muy puto, carnal!
No podía creerlo, claro. No le creí por mucho tiempo. Sabía que era un maldito pero no creía algunas cosas, que fuera capaz de hacerlas. Siempre consideré a Maldoror algo exagerado, fantasioso y mitómano, pero temía contradecirlo. A su alrededor siempre giraban historias, hechos y hazañas difíciles de creer, de comprender. Antes de venirnos para acá, unos meses antes, se incendió su casa, todos dormían, sólo él, por suerte, casualidad o causalidad, estaba fuera, como siempre de juerga. Sus padres y su hermana murieron dentro. Ya tenía más de los 18, así que heredó dinero, vendió las acciones de una empresa familiar, él no planeaba dedicarse a eso. Live fast, die young, carnal, decía. Muchos familiares lo señalaron como culpable del siniestro, pero no se le comprobó nada. Y pues en ese pinche lugar, como en otros lados de este país, no se le da seguimiento a nada, la justicia es una puta de la “zona de tolerancia” las Wacas. Yo pensé que iba a fanfarronear como siempre, diciéndome que él lo había hecho, siempre hablaba de ello, de “borrarlos del mapa”. Sólo recuerdo que por ese tiempo anduvo mucho bajo el brazo El Clan de los Parricidas, de Amborse Briece, pero nunca dijo nada. Yo no creí muchas de las cosas que contaba. Hasta su regreso creí todo, llegó a la cantina, la de la rocola de Las Puertas, así nada más, casualidad o causalidad. Celebramos el reencuentro y me comentó el nuevo plan en mente. En su mente. Shine on you crazy Diamond. Cuando vi (y grabé) después cómo torturó y mató a aquel tira culero en la primera sesión mortal, en la “sesión de práctica para matar”, fue que creí muchas cosas acerca de él.


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La acción núcleo, lo medular: Maldoror trae una vestimenta a la KKK salpicada de sangre, su capucha está manchada de algo amarillo también, ha alterado con pintura negra el borde de los agujeros para los ojos, según él da un efecto más macabro. Yo filmo, tengo puesta una bata de cirujano y una máscara del payaso de White Zombie. La acción núcleo: las viejas están bien amarradas, traen cinta de aislar en la boca, les hemos inyectado un poco de metadona para que estén más dóciles, viejas, viejas, pero aún patalearon las muy cabronas. Cuelgan de un tubo galvanizado, desnudas. Maldoror les da de puñetazos en las costillas, les aprieta los pezones, arrugados como pasas podridas, con unas pinzas para pasar corriente, las cuales servirán más tarde para electrocutarlas con una batería. Lo medular: suspenderlas con ganchos para reses y unas cadenas, caen varias veces porque la piel, el pellejo cede, se vence, se rasga, un close up a la mirada perdida, suplicante, de horror, una mirada que no comprende lo que sucede, las dos miran desorbitadas, él las golpea y las sodomiza con varios objetos, con lo que se le ocurra en el instante, parece demasiado excitado, en éxtasis. Yo filmo tranquilo, sin sentimientos, antes me alteraba, pero he aprendido a ser un ojo totalmente objetivo. Un ojo de cíclope, sólo mirando, sin parpadear. Lo que vende: una ya no respira y su cuerpo parece de trapo, es una masa cuasi deforme y magullada, llena de sangre. La otra aún jadea, parece un animal a punto de expirar, después de haber sido violada analmente por el personaje de las tres K. Paneo al cuarto, zoom in al cuerpo, buscando luego el rostro de la que aún vive, Maldoror toma un mazo y voltea hacia la cámara, busca mi mirada de cíclope a través del artefacto, a través de la película. La encuentra. No nos decimos nada, no hablamos, nos entendemos. Dije antes que él no graba nunca. Así lo hace, se sale a fumar un cigarrillo. Toma abierta para que pueda verse la última acción, pongo grabado automátco, ajusto bien el tri-pie. Lo que piden y les gusta a los clientes: un cirujano con la máscara de un payaso y un mazo en las manos entra a cuadro y aplasta las cabezas y los cuerpos, la pantalla se salpica, todo ocurre rápidamente, o muy lento, o a una velocidad que no existe (¡qué chingados es el tiempo, carajo, qué importa, que relevancia tiene!) La obra de arte culmina. El payaso sale de cuadro. Fundido a negro.

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Así se van los días. Voy al trabajo, no suelo meterme con nadie, escucho mi Ipod, voy a ver algo al cinepolis, alguna película dominguera, o alguna de muestra al centro cultural, compro en la plaza, asisto a escuchar alguna pieza clásica con la sinfónica de acá. Así se pasan los días. Maldoror es un agente de ventas en una hipotecaría, elude impuestos, da rienda suelta a su cleptomanía por doquier y también a su mitomanía. Así pasan y resbalan los días. Nos vemos en la cantina, violamos a unas chavas de secundaría y luego las desmembramos y hacemos algo similar a lo de la Dalia Negra, como un homenaje a su asesino, dejamos los cuerpos cerca de la universidad pública, en otro terreno baldío (adoc este lugar ¡abundan los terrenos abandonados!) Otra vez los periódicos, la prensa habla de nosotros, bueno, de nuestros crímenes, en primera plana, hasta contribuimos en la economía de los medios impresos y locales: los lectores, ávidos de violencia, muerte y caos, también son clientes morbosos, específicos y concretos, receptores pasivos. Así nos la pasamos: matando, fornicando, creando. ¿Qué tan lejos está uno de la locura? ¿En qué momento franqueé el velo, la cortina de fuego? ¿Cuándo pararemos? Así pasan los días. Pongo I can’t get no satisfactión en la rocola. Inhalo un poco de coca.

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“Sicarios Acribillan a Taxista

Un taxista identificado como Arturo Antonio León Deceano fue asesinado a balazos cuando circulaba al bordo del taxi Nissan número económico 2897 por las inmediaciones del fraccionamiento Costa Verde, las autoridades judiciales del la PGJE confirmaron que en la escena del crimen fueron hallados dos casquillos de 38 súper…”

“Seis Personas Mueren Atropelladas
*** El percance fue provocado por ebrio conductor que logró darse a la fuga, dicen

Habitantes de la colonia Manuel Ávila Camacho, solicitaron el auxilio de las autoridades y grupos de rescate, indicando que a la altura del kilometro 18 de la carretera Panamericana, una camioneta se volcó después de atropellar y dar muerte a seis personas que habían salido minutos antes de sus culto religioso de su iglesia. El chofer causante del percance que se encontraba bajo los efectos del alcohol logró darse a la fuga…

“Otro Decapitado por Supuesto Ajuste de Cuentas del Narco

Encontraron el cuerpo sin cabeza de quien en vida respondiera al nombre de Beneplácito Buendía Buenrostro, además de presentar señas de haber sido constantemente torturado por sus agresores, anunciaron el forense y las autoridades quienes hallaron el cuerpo en terrenos del Panteón Jardín de esta ciudad, lugar predilecto para sicarios del narco, este crimen se suma a la lista de occisos que ha dejado esta cacería y batalla entre maleantes ya utoridades…

“Funcionario Estrella su Camioneta Contra una Casa y Mata a Una Niña

El director de Servicios Públicos del Ayuntamiento, Isaín Moguél Escobar, estrelló su camioneta en un domicilio particular de la colonia San Martín la madrugada de este jueves, alcanzandoa entrar a la sala y a arrollar a una niña sentada en el sillón de la sala.

Según la propietaria de la casa, Rubila López, el funcionario conducía en completo estado de ebriedad, cuando con todo y camioneta se impactó en la casa y atravesó las paredes, atropellando y dando muerte a su hija de 6 años de edad que en ese momento miraba sus caricaturas…

“Encuentran Torso de Persona, Posible Ajuste de Cuentas

Encontraron el torso de una persona, sin sus extremidades y la cabeza, en un bote de basura ubicado afuera del Mercado Central Matías Romero, se presume que dicho crimen sin escrúpulos sea un ajuste de cuentas del narco o un hecho de satanismo o magia negra. Locatarios y ciudadanos están con temor y piden más vigilancia y seguridad a las autoridades correspondientes…

“Detienen a Banda de Violadores y Asesinos de la 18 por horrendo crimen

A altas horas de la madrugada, miembros de la PGR y elementos de Seguridad Pública Municipal, entraron a una escuela abandonada, la cual servía de escondite y lugar para realizar los violentos crímenes de estos mal nacidos, en el lugar detuvieron a siete miembros de la MS18, seis menores de edad y uno de 21 años, quienes vivían ahí drogándose con chemo y piedra, violaban y sacrificaban ahí a sus víctimas, por lo que se encontró un cementerio clandestino con cuerpos de niñas y jóvenes violadas, la mayoría en estado de putrefacción…

“Encuentran dos Cuerpos Desmiembrados y Torturados de Jovencitas en Terreno Cerca de la Universidad Autónoma
*** Atribuyen crimen a miembros de las Maras Salvatruchas.

Una vez más los Maras hacen de las suyas y ahora cometen atroz crimen contra dos jovencitas estudiantes de preparatoria, de quienes hallaron sus cuerpos en un terreno abandonado cerca de la Universidad Autónoma, con los pechos izquierdos cercenados en ambas sin sus brazos, con la comisura de sus bocas rajada, simulando una sonrisa macabra y con una abertura hecha con un puñal filoso, que va desde sus vagina hasta la parte alta del ombligo, la sociedad y estudiantes indignados piden se haga justicia…”

Leo notas policiacas de los periódicos apilados en el sótano de mi trabajo, la nota roja, me dan risa los errores ortográficos y de sintaxis en varios de los reporteros. Leo y me percato: varias veces hemos salido en esta sección, es decir, varias de nuestras obras. Entiendo perfectamente por qué no han hablado de asesinos seriales, de ambos, por qué no relacionan nuestros crímenes cometidos: la ciudad está llena de otros locos iguales a nosotros, además somos muy cuidadosos en hacer todo lo previo y lo a posteriori. A las “autoridades correspondientes” nada de esto les importa, de hecho, ellos son genocidas por excelencia, son asesinos, magnánimos rateros, violadores también, de saco y corbata. Matan desde curules, desde detrás de sus escritorios, con una llamada telefónica, con su firma. Los policías violan a un sinfín de mujeres en sus rondas, asaltan, matan con uniforme. Lo que hace la mayoría de ellos o cualquier persona no es nada de mi desapruebo, lo entiendo, no lo critico, ellos hacen su parte para mandar a la mierda esta farsa llamada vida, al igual que nosotros, forman parte de los demonios, de los monstruos necesarios para demostrarle a todos el verdadero sentido de la vida: el caos, la destrucción, el Absurdo constante… el sentido de la vida no es más que un sin sentido perenne. La diferencia entre ambos y ellos es que nosotros aceptaremos nuestros crímenes el día que nos atrapen, aceptaremos el veredicto, si quieren matarnos pues adelante, no le temo a la muerte, la muerte pulula en mí, zumba como cascabel de serpiente, me quiere, me llama, no seremos hipócritas y cobardes como ellos de no aceptar nada.
Leo las notas y me percato de lo que la sociedad quiere leer, lo más rentable en la prensa es el amarillismo y la roja, esos sucesos inmediatos que se olvidan con sólo cambiar de página a la sección de edecanes, de pirujas nice, con tan sólo cambiar de canal. La gente quiere asesinatos, un padre que viola a su hija y tiene hijos con ella, sólo para volver a coger con las nietas, una madre embarazada colgada con una soga a la rama de un árbol, un tipo balaceado por querer cogerse a una French Puddle, un maestro que viola a sus alumnas de primaria, un párroco pederasta, cuerpos desmembrados, decapitados, torturados, electrocutados, sesos en la carpeta asfáltica, el cadáver de un bebé abandonado, hinchado, a punto de reventarle la panza por los gusanos.
Nunca nos atraparán (o tardarán mucho) pues es más importante el progreso, el desarrollo de una ciudad, hay que reactivar el sector turístico, dice el gobierno, hay que crecer en infraestructura, en tecnología. La muerte de la gente no es un “rubro” muy atrayente que digamos, es una rutina de desecho humano en un lugar con tanta explotación demográfica y una tasa de natalidad tan alta. Pero esto también es parte de ese sinsentido, es como un proceso en el que se tira parte de la basura de la humanidad, como sacar frutas podridas o cacharros viejos y tirarlos… so, live and let die, porque a la gente nada le importa también, ellos sólo esperan cómodos en sus casas, en la cárcel que se han construido, temerosos, tan cerca y tan distantes unos de otros, acorazados en cuatro paredes con alambrado y alarmas por doquier, ansiando recibir noticias deportivas, de espectáculos, los desvaríos de sus políticos y la roja, una mezcla de información muy bizarra, el contenido de una aguja hipodérmica muy variado y absurdo, como parte del menú matutino: el periódico a lado de los huevos estrellados con salsa mexicana, crema, queso, frijoles y el jugo de naranja, nada mejor para comenzar el día. Y como postre, un tronco humano sin miembros en un bote de basura. Bon apetit.

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¿Te acuerdas cuando nos cogimos a Anaís, recuerdas cómo pujaba? Claro que recuerdo a Anaís, fue mi primer amor. Era una cerda la cabrona ¿no? Yo recuerdo cuando se ponía aquellos vestiditos y se llegaba a cortar las uñas frente a mí, dejando ver su raja, movía sus piernas, las alzaba tan alto y se reía de mí, en serio. Anaís era la hermana de Maldoror y este tema no es de mi agrado, no sé por qué siempre lo retoma, yo tan sólo afirmo pero desgraciadamente recuerdo todo. Vamos en la camioneta escuchando a Deep Purple.
Recuerdo cuando yo iba en el último año de primaria y ella estaba en segundo de secundaria, sigue él, entraba a mi cuarto por las noches, cuando estaba encamado por la fiebre, se metía debajo de las sábanas conmigo y me decía que tenía frío, que nos ayudáramos ambos, ella con su frío y yo con mi piel ardiendo, debes obedecer a tu hermana mayor, me decía. Y se retorcía y me apretaba, se montaba en mí, me pedía que le hiciera esto y aquello, ya sabes, que la oliera, la mordiera por aquí y por allá, esas cosas, Maldoror describe perfectamente todo con las manos que de vez en cuando despega del volante. Cogía bien rico, recuerda en un suspiro.
Claro, me acuerdo de Anaís, de cuando nos la cogimos, como él dice. Ahora de hecho está evocando ese momento, yo ignoro, tan sólo hablo con monosílabos, en mi mente se suceden las imágenes de mi amor precipitado y precoz, de mi bruja maldita retorcida, de mi primer y único amor de infancia, mamándome la verga mientras su hermano se la culea. Había posters de varios grupos pegados en las paredes: New Kids On The Block, Guns N’ Roses, Def Leppard. Su cabello siempre olía a sudor agrio y a fresas pues usaba un champú de Rosita Fresita. Fue en su cuarto, donde ella misma nos metió y nos dijo que nos iba a bañar, porque estábamos muy sucios, a Maldoror se le incendiaron los ojos en segundos, su sonrisa era demoníaca, maligna, tan infantil. Yo, como siempre, me quedé retraído, callado, quieto, mientras ella me desnudaba, Maldoror la manoseaba, le pellizcaba los pezones, metía los dedos en todas partes. Recuerdo como nos atendió diestramente a los dos, siempre ellos fueron más activos, pero con el tiempo, en otros encuentros futuros, fui participando un poco más. Pero ese primer día aun no lo olvido, claro que lo recuerdo.
Maldoror pisa el embrague, Into the fire suena a todo lo que da el estéreo, sigue con la parte de su diálogo, a gritos: … y luego ella te dijo, ven acá Guillermo, te voy a enseñar un jugo de las mujeres que te va gustar, y te surdió la cara en sus pelos ¡era un pinche peluda ya para ese entonces no? tú parecías loco chupando, muy reservadito el mierda, pero estabas peor que Sade o el cabroncito ese del Ojo, de Bataille, je ¡los tres lo estábamos!
Sí, después te llamó a ti y te pidió que le metieras el crucifijo en el ano, aquel que colgaba de la pared, de forma ovalada, el mismo que le habían dado en su Colegio De Niñas Católico De Jesusito Resucitado De La Buena Esperanza, para que la acompañara, le ayudara en sus días y sus noches, je, así lo era, y así lo hiciste, mientras yo le lamía el clítoris y ella me felaba, tú le metías al mesías por el culo, el cual salió manchado por sus heces, le contesto, o le quiero contestar pero no lo hago, todo se repite en mi mente mientras dejo que él siga hablando, su voz es como un estrepitoso murmullo estentóreo, diluyéndose con los otros ruidos vespertinos en el horizonte, se muere con los demás sonidos en el viento. Y me pregunto por qué tuvo que matarla, pues ahora sí lo creo capaz de haberlo hecho. ¿Por qué a ella también?
Qué bueno que lo recuerdes, me dice. Estamos estacionados frente a la cabaña. Ya es de noche. Apesta a menudencia de cerdo cocinándose a lo lejos, aunque creo que es mi imaginación, hay un crematorio a un par de kilómetros, pero Maldoror parece percibirlo también y deja escurrir un poco de baba por su boca, luego se limpia autómata. Te tengo una sorpresita, me dice, traje a una amiguita para divertirnos esta noche. ¿Ahora qué pidieron los clientes? pregunto. Atravesamos el vestíbulo, la sala, él mete luego la llave en la puerta de la bodega. No, esta vez es un presente de mi parte, amigo, una sorpresa, de todos modos lo grabamos para tenerlo ahí, ya ves que luego igual se vende. En el cuarto, tirada en el suelo, está Anaís amarrada. Tiembla. Pierdo el control y me desvanezco por segundos, caigo sobre una silla, me llevo la mano a la cabeza pues me punza con dolor. Anaís está ahí, con su vestidito de la escuela, azul y de holanes, hasta las rodillas, con sus calcetas cubriéndole parte de los muslos, con sus zapatos Bavito. Pero no es Anaís, es una niña de secundaria que se le parece en todo, en verdad es muy parecida a ella, le digo. Verdad que sí, sabía que te iba a sorprender, hermano, lo sabía. Hasta conseguí el mismo uniforme, porque a esta la levanté de una escuela pública, así es mejor, menos pedos, pero quería que todo fuera igual, dice mientras ya se está desnudando. Oye, no nos pusimos las máscaras, le comento. Je, no importa, de todos modos la vamos a matar. Todo tenía que ser igual, dice para sí, tiene que ser igual. Luego nos la cogemos entre los dos. Hasta un crucifijo consiguió el crabrón. Todo se graba en automático. Al terminar le echa gasolina encima y le prende fuego. Fundido a negro.

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Y así se van los días, se diluyen lentamente. Maldoror ha hablado de emigrar de nuevo, me invita a ir con él esta vez. Así se van los días: camino en las noches, solo, por los callejones, tomando fotografías a cualquier cosa que me llame la atención, cualquier sombra o luz que baile la danza de la realidad en esos momentos, sólo para mí. Hemos dejado de hacer nuestro trabajo nocturno por un tiempo. Recientemente detuvieron a varios funcionarios y a un ex gobernador, los cuales, por una venganza política, están siendo juzgados e investigados, aparte de vínculos con el narco se sospecha también de estar en relación con la mafia de proxenetas de la prostitución infantil y lo que resulte. Maldoror entró en un trance paranoico que le duró varias semanas, no sin razón, pues varios de esos personajes eran clientes la mayoría de ellos y se podría averiguar también lo nuestro. Por eso piensa irse al gabacho. Al principio le dije que no me interesaba su propuesta, me quedo acá, contesté. Después, al enterarme por televisión de una noticia del DF, me decidí irme para allá, al Distrito Federal: Unos enanos luchadores de la Lucha Libre Profesional fueron asesinados por unas prostitutas, las cuales habían contratado en una noche de excesos, los luchadores suelen ser muy densos realmente, conozco a algunos y me caen muy mal. A los pinches enanos enmascarados les llevó la chingada ese día porque las tipas con las que iban los habían envenenado con gotas oftalmológicas, mismas que habían echado en sus bebidas, ni siquiera se las alcanzaron a coger, qué gracioso, en verdad me causa mucha risa. Así que encontraron los cuerpos en el cuarto de un hotel muy pinche, con algo de droga y artículos varios de esparcimiento lujurioso: piedra, mota, varios Buchanans de los adulterados en tepito, aunque también se han de haber llevado algunos esa perras, dictaminó el MP encargado, también condones de los fluorescentes y de sabores, un dildo, bebidas M Force, ya sin dinero y sin varias de sus pertenencias, se lo habían llevado todo, hasta desnudos los dejaron, sólo con las máscaras, como respetando ese acuerdo en dicho deporte. Las putas por cierto, pertenecían a una banda conocida como “Las Goteras”, prostitutas que además de putear se dedican a asaltar a sus clientes, utilizando la misma técnica del gotero para dormirlos, aunque a veces, muchas veces, se pasaban de la dosis y pues no faltaban los inconvenientes, gajes del oficio, qué se le va a hacer. Este asesinato en esa gran urbe me pareció hermosamente absurdo, y también fue el detonante para recordar más crímenes que han pasado por allá, la posibilidad de que un asesino serial pueda pasar desapercibido en aquel lugar era tan tentadora que decidí irme a radicar para allá; antes no era así, pero ahora me he convertido en un ser más pedante, más exigente en cuanto a mi labor, en cuanto a mi fama de asesino, de artista, con el tiempo uno quiere quizá de alguna manera permear en la mente de los demás, permearla a gran escala, dañar de algún modo a los ilusos y creyentes de la normalidad y lo cotidiano inalterable, por eso me dije: “Si quieres ser un asesino serial cualquiera, sin reconocimiento, vete a ciudad Juárez a matar mujeres, pero si quieres lo contrario vete al DF, a la ciudad de México, donde quizá algún día se te mencione” (porque yo quería, yo quiero seguir matando, ya no quiero detenerme, hasta que alguien lo haga matándome a mí, es la ley natural, principio natural ¿cuándo se cede a la locura entonces, hay un momento exacto, una escisión, el punto donde todo explota y todo se vuelve más plano, más oblicuo y más abstracto? no me importa, sólo quiero que mi obra se vea en las primeras planas de los periódicos, para seguir invadiendo la armonía de los desayunos, para seguir existiendo, y no lo sé, quién sabe, quizá más tarde alguna leyenda mía ronde por ahí, alguien escribirá un libro de mis actos, mis asesinatos, por eso estos escritos a manera de diario, sin fechar, porque ¿qué chingados es el tiempo, qué putas importa el tiempo en estos asuntos, de qué nos sirve en realidad? Por eso asesino también al tiempo a cada instante: fotografiar también es asesinar, pues toda fotografía no es más que una reminiscencia visual de un tiempo perdido, muerto ya. Asesinado).

Texto agregado el 09-07-2009, y leído por 769 visitantes. (0 votos)


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