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La virtud del coleccionista

Fue dejando algunas palabras a la orilla, guardándolas por considerarlas demasiado importantes, reservándolas para la ocasión que realmente las mereciera, evitando mancillarlas y así no perdieran su valor.
Poco a poco se convirtió en un mudo selecto, abstemio de frases tantas veces repetidas, entendiendo que este celibato voluntario honraba su significado. Luego extendió el criterio a las ofensivas, las groseras y malsonantes, impropias de su nueva posición alcanzada, convencido que enaltecía su virtud, la rigurosidad y severidad aplicada.
Comenzó a olvidar como se escribirían, las cuerdas vocales desarrollaron unas callosidades que dificultaban ciertas sílabas. Huraño de su pureza, orgulloso de su austeridad, la avaricia fue llenando un muestrario, donde las clasificaba para el momento oportuno, en perfecto orden alfabético, atadas en montoncitos sujetas por un elástico. En secreto las lustraba, las recontaba, tras el nuevo inventario la satisfacción crecía a medida que agigantaba la colección.
Regresó el tiempo de los amores y cuando sucedió la oportunidad, acudió urgente a desempolvarlas. Separó las que necesitaba, las encontró cubiertas de una película de moho, unas con sólo tocarlas se le deshicieron entre los dedos, no llegaron más allá, las restantes simplemente no permitieron ser pronunciadas, se les atravesaron, provocándole una obstrucción, poco faltó para la asfixia.
El médico torció el gesto, observando la radiografía de su laringe a contraluz, diagnosticó “podredumbre del aparato fonador”, ni sospechaba del cáncer de estupidez que le había crecido en su cerebro.

Texto agregado el 30-05-2004, y leído por 686 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
24-11-2006 El cuento me parece magnífico. Bien redondito, con un bocadito final maravilloso. Y una reflexión impecable. Con esa naturalidad tan particular que te caracteriza. Peeeero, ¡qué se yo!...me gusta tanto el silencio. OliveriaVol_II
30-01-2006 Las palabras pueden ser armas o plumas, caricias o golpes, castigos o premios. Las palabras justas son las que enmarcan en luz a quien las pronuncian. Es necesario saber usarlas, no escatimar las que podrían embellecer cualquier relación, porque... qué daño hacen cuando no se pronuncian a tiempo. ***** neus_de_juan
29-11-2005 me gustó, muy ingenioso daniella
17-03-2005 Hemano... como describir esto? Usted definitivamente se anota cada vez más puntos. No se requiere más que una buena lectura en sus textos de vez en cuando para saber que la tura se enaltece cada vez más, que no ha muerto y no morirá si no la dejamos. ades_io
17-03-2005 Hemano... como describir esto? Usted definitivamente se anota cada vez más puntos. No se requiere más que una buena lectura en sus textos de vez en cuando para saber que la tura se enaltece cada vez más, que no ha muerto y no morirá si no la dejamos. ades_io
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