La camioneta blanca
Matías Santiago Alaniz Alvarez
-Salome, despierta, ya es hora.
Me dijo mi mamá encendiendo la luz de mi cuarto.
-Cinco minutos más.
Le suplique.
-Nada de eso, son las siete y tenemos una hora para arreglarte.
Dicho esto me quito la cobija, obligando me a levantarme.
Como era mi costumbre, primero me asome a la ventana para ver el amanecer, por suerte, iba hacer un día soleado, a diferencia de los días anteriores ese día estaba despejado, esto me tranquilizó los nervios, que tenía por mi graduación, pero aquella tranquilidad no iba a durar mucho.
- ¿Quieres desayunar algo mi hijita?
Me preguntó mi papá cuando baje la escalera.
-No gracias, ya sabes que cuando estoy nerviosa se me quita el hambre.
Respondí abriendo el refrigerador para sacar leche.
-No tienes porque estar nerviosa, si ayer tu misma me dijiste que te ibas a graduar con honores.
Me limité asentir con la cabeza. Lo que no sabía mi padre, era que en la escuela de enfermería, donde yo estudiaba; había un rumor muy fuerte el cual decía: Que todos los años una camioneta blanca, llegaba a la salida del acto académico, para llevarse a la estudiante con mejor promedió que en ese año, era yo. Pero cuando le pregunté al Director, negó rotundamente, que ese fuera verdad de cualquier manera muy pronto sabría si el rumor era realidad, o como, me dijo mi maestra de anatomía “No te preocupes son calumnias que inventaron las flojas de aquí para asustar a las aplicadas”. Sin importar lo que me decían todos los maestros, tenía mis dudas del propósito de esa escuela, ya que los planes de estudio tenían cosas muy extrañas como por ejemplo nos enseñaban hacer tortillas de harina y machaca con huevo, también nos enseñaron todo acerca de la distonia secundaria generalizada. Esto lo noté hasta que un periodista nos interogó y nos hizo dar nos cuenta de estas anormalidades. Poco tiempo después de que nos hiciera la entrevista aparecío muerto en su domicilió, la versión oficial decía que se había matado con un tiro en la nuca.
Cuando salí de mi casa rumbo al auditorio del pueblo, mi mejor amigo estaba esperando afuera, se le veía muy triste me dio un abrazo y me dijo nunca te voy a olvidar, luego se fue corriendo, esto acabó con la poca tranquilidad que me quedaba. El acto académico duro dos horas al cabo de las cuales yo estaba hecha un manojo de nervios decidí que les tenía que deci a mis papás cuanto los quería antes de que la camioneta blanca llegara por mi, así es que me separe de mis compañeras y me fui corriendo hacia donde estaba mis padres pero antes de que pudiera llegar el director me llamó:
-Salome ven para acá, te voy a presentar a mi alumna favorita del año pasado.
Dijo con una sonrisa.
-Mucho gusto, mi nombre es Ana.
Se presentó la muchacha que estaba al lado de él, tenía el uniforme blanco que usabamos diarío
-Creo que tienen que platicar mucho, es que las dejo solas.
Dlijo el Director alejandose a toda prisa.
-¿Estas nerviosa?
Me pregunto pasando me su brazo por mi cuello.
-Yo estaba igual que tú hace un año, y veme aunque tu no lo creas, ahora soy rica. Y ya no voy a tener que trabajar por un largo periodo. Como ya sabrás la camioneta blanca te está esperando para llevarte a tu nuevo trabajo.
-Entonces me voy a despedir de mis padres.
Dije con la voz temblorosa.
- Luego les mandas un correo.
-Te presento a Carmelo, tu compañero de trabajo.
Dijo señalando con el dedo a un hombre fuerte, pero chaparrito, traía una camiseta sin mangas negra, pantalón de mezclilla del mismo color y botines. Yo armando me de valor empecé a gritar:
-Yo no quiero trabajar con ustedes, me van a matar.
- Tranquiliza te o te hago la llave china.
Me susurro al oído aquel hombre.
-En la camioneta te voy a convencer.
Y me tapo la boca . Yo me imagine lo peor, pero cuando supe en que consistía el trabajo y cuanto me iban a pagar me resigne.
A pasado un año cuidando a Mateo que es un hombre de negocios con una distonia secundaria generalizada, ahora estoy yendo hacia el auditorio en la camioneta blanca a convencer a mi remplazo.
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