El Siquiatra estaba en su sillón de oficina, fumando un exquisito puro traído de Europa con su hermano, acaricia varias veces aquella silla de terciopelo café, sin apresurarse.
-señor Whilberg- le había llamado la secretaria a través del contestador- un paciente lo espera.
El señor Whilberg, un psiquiatra de la clínica TWL (the wonderfull life) caminaba por los pasillos de paredes pálidas y angostas, el suelo color menta y la música ambiental que tanto odiaba, doblo a la izquierda, en la sección de traumas mentales siguió un poco mas al fondo hasta la ultima habitación o celda como le solía llamar el.
Abrió la puerta blanca con una ventana circular, en el interior un hombre con bata lo esperaba sentado en su cama, el se sentó frente a el, observando los papeles de su diagnostico, según los papeles, el hombre estaba loco.
-dígame señor…-Whilberg reviso los papeles- Broglie, ¿Cómo se encuentra?
-¿Cómo cree usted señor?, tan maltratado como siempre.
-nosotros no lo estamos maltratando, solo lo estamos ayudando.
-¿en que me están ayudando?-se altera un poco- lo único que hacen es darme pastillas y drogas, atontándome para que ustedes puedan hacer lo que quisieran de mi, ustedes son los locos.
-señor Broglie por favor tranquilícese-le calma-por favor sigamos…
El silencio se prolonga por un largo rato. El sigue revisando papeles.
-según este registro, usted me dice que vino aquí por cuenta propia ¿Por qué?-se sienta en frente de el.
-no lo entiende, mate a personas, las mate. Mate a todo aquel quien se cruzara, solo quiero dejar de hacer daño, no dejar de ser loco.
-nadie dijo que esta loco.
-nunca dije que lo dijera-da una mirada afilada.
El lo observo, no dijo nada, observo sus largas pestañas, y oscuros ojos. Por un momento, se perdió en ellos, se sintió ofendido, se aparto de ellos, algo lo hirió. Después siguió preguntando.
-Señor, usted dice que…-le dio un calosfríos- ¿mato a una persona?-otro calosfríos le invadió todo el cuerpo, lo compenso cambiando de posición
“estoy frente a un sicópata” pensó.
-bueno…-se arreglo un poco en su cama y luego prosiguió- hubo una serie de personas que, al estar conmigo, han muerto.
-Pero…-reviso mas papeles-tenemos los registros, nunca a habido un solo registro de asesinato, para eso estaría en la cárcel.
-Usted no entiende, no entiende, nunca dije que mate, físicamente, es cuestión de entender, he asesinado a innumerables seres que, solo con mi mirar y mi peligrosa boca, han muerto dentro de si, están muertos y siguen en esta vida
-pero… ¿Cómo?
-solo piénselo, usted es un ser que solo soslaya lo que no le sirve, lo que no necesita, usted ve, pero no entiende lo que ve-su respiración resopla dentro de el, el responde- he matado gente pero matando a palabras.
El señor Whilberg dio una carcajada.
-pero como, eso es estupido.
-¡creame!-grito-¡que lo que digo es verdad!
-¡no me grite!-se levanta de su silla-¡calmese o sino llamare a la enfermera!
-¡claro, solo puede decir eso porque no es capaz de ayudar a otros, dice que los comprende, que los entiende, pero usted y yo sabemos que no es así, un mediocre que no tiene nada mejor que hacer que atormentar a otras personas!
-¡cállese, le digo!-lo calla-¡enfermera ayúdeme!-llama por el contestador.
-¡usted no sabe lo que es asesinar personas, porque nunca en su vida se ha arriesgado!, ¡no es mas que un puñado de vida inmóvil!- se levanta. Le agarra el brazo-¡debe de creerme!
-¡suélteme, suélteme le digo!-forcejea-¡ENFERMERA!
-¡SOLO LE PIDO QUE ME ESCUCHE!

La enfermera llega junto a dos mas enfermeros, estos inmovilizan al paciente, la enfermera le clava aquel fino hilo de plata que tranquiliza, el queda inmóvil, luego es recostado sobre su lecho.
El señor Whilberg se tranquiliza, vuelve a su oficina, cancela todas las citas de hoy, toma su puro y se acerca a la ventana polarizada.
-Matar a palabras…-se ríe.
Enciende el puro y sigue fumando.