Cruza conmigo siempre, niña, la línea del alba
la que de la noche cerrada hace que nazca
de nuevo cada día.

Cogido de tu mano esperando ver llegar
la luz amanecida - ¡ni la noche es más negra
que tus ojos! - y me consuela sólo tu compañía.

Tu mirada, me arranca del letargo
que poco a poco me consumía
por no tenerte y volverme loco;
¡Por quererte tanto niña mía.!
Sólo por ti
en todas mis noches, son tus ojos
las brillantes estelas negras que me guían.

Tu cabello convertido en manto
me envuelve como seda fina
y al tacto de mis dedos que lo adivinan
-¡ni el tiempo, es más largo que tú pelo!-
se convierte en mi cuerpo
también, como parte mía.

Cruza conmigo siempre, niña,
la línea del alba;
No dejes a mi alma perdida,
sola en la oscuridad velada
de esta prisión de mil cerrojos
olvidada y sin salida.

(¿Qué es mi vida sin tu vida?)

Cruza conmigo siempre, niña,
la línea del alba y no me abandones,
porque si no estás,
ni quiero vida.