Te escuchas???
Recientemente un grupo de jóvenes investigadores de la universidad de Harvard en Estados Unidos, realizaron un experimento que arrojo algunos resultados ciertamente interesantes y benéficos para el efecto que en nuestra mente produce el simple hecho de entender. Estas personas intentaron investigar cual es el factor primordial o el elemento mas trascendente en las conversaciones y en las relaciones interpersonales. El estudio se llevo a cabo con personas de la clase trabajadora y consistía en lo siguiente: En un periodo de tres meses, no se hablaría de otras personas.
El descubrimiento fue inminente:
La mente tiende a ser menos juiciosa es decir, no se delibera abiertamente o no se califica en primera instancia (lo que a veces genera estereotipos que por falta de razonamientos concretos duran para siempre) y en este sentido no había lugar alguno en el pensamiento analítico para las criticas, ni siquiera para las “constructivas”. De modo a que al juzgar menos a otros, estas personas se juzgaban menos a si mismas.
En segundo lugar, se descubrió que al no hablar de otras personas, se reduce el 90 porciento del dialecto cotidiano del ser humano; lo cual induce inevitablemente a un silencio que llena de paz la mente y es impresionante cuan claro se convierten los pensamientos e incluso, fluyen constantemente sin parar como millones de luces que irradian el ser integral.
Ciertamente este hecho pudo dar inicio a un fenómeno que ocurre en cada uno de nosotros. Ya que detrás de las rutinas laborales, de las actividades del hombre, del constante ritmo de la humanidad, siempre existe un momento de bonanza, de quietud y tranquilidad. Justamente en esos momentos, es cuando el hombre se vuelve en los elementos que lo constituyen como un ser integral y no como un ser superficial, que solo existe para poseer en vez de aceptar. Para consumir en vez de conservar. Para quitar en vez de entregar. ¿Pero como saber esto? Pues he allí el mayor resultado arrojado por el estudio.
Al haber encontrado una paz mental y al haber reducido el 90 % del dialecto cotidiano, se generan millones de pensamientos que inducen o incitan a reflexionar y como una actividad de plena conciencia se logra enfocar las verdaderas necesidades, las únicas y las que en virtud de este hallazgo, son totalmente compatible con nuestra existencia.
Generalmente siempre ocurre en los momentos de soledad, los cuales todos tenemos, y esto es opuesto a la idea de no estar rodeados de personas, sino de cerrarse inevitablemente al mundo exterior y volverse uno mismo en un genuino viaje de la existencia, el cual abre una puerta que ilumina nuestra esencia, De modo que En estos momentos podemos encontrar esa virtud de explorarnos y hallar esa presencia; la presencia de uno mismo en Dios. Podemos escucharnos y sentirnos en un preciso instante en el cual visualizaremos una ventana mucha mas amplia, de los deberes y razones que definen nuestra vida; Además encontraremos infinidades de causas que claramente se presentan como absurdas y probablemente también la razones por el cual no hemos aprendido a ser feliz.
Luego que en la mente circulan cientos de pensamientos, muchos de ellos se alojan en una parte vital de nuestro ser y son tan claros, que las emociones mas comunes se enfocan en el presente de una forma mas objetiva y precisa; los sentidos se agudizan creando una sensibilidad (que por demás decirlo es innata) y el ser se proyecta hacia un plano mas tangible pero internado en su espiritualidad.
Es allí cuando nace la necesidad de encontrar el bienestar propio en función de una necesidad global. De colmarnos de felicidad universal y de buscar las respuestas más certeras a nuestros cuestionamientos existenciales:
-¿quien soy?
- ¿A donde voy?
- ¿Porque?
- ¿y como he de llegar ahí?
Lo más interesante es que existe un silencio que es escuchado. Una voz que clama verdades absolutas y grita en busca de una señal que corresponda a la necesidad propia del espíritu. Pero paralelo a esto existe otra verdad, esta voz es mitigada muchas veces por los comentarios de terceros; por el afán del hombre de ver errores en los otros, para así poder encontrar un falso equilibrio en los suyos. Por la ineficaz idea de promover ideales que se ahogan en un ego infinito y que solo ayudan a vivir en falsedad.
Es tiempo de escuchar la voz interna. Es momento de libertar la paz el cual no es un ideal ético ni tampoco un sueño irrealizable, la paz esta aprisionada en nuestro mundo, y su sentido es llevarlos a los otros. Ya que si existen otros mundos, pero están en cada uno de nosotros y allí adentro en ese universo personal se puede escuchar lo más sublime de nuestro ser, para luego dejarlo fluir en cada una de nuestras manifestaciones cotidianas.
Esta hermosa frase expresa algo muy importante: “El corazón es un museo con una galería repleta de todas las personas que te han amado, toma un tarde libre para visitar tu corazón y agradecer a todo aquel que te ha amado…”
Para motivar esa esencia del espíritu de modo que se vuelva congruente con el alma y logre despertar esa necesidad de paz integral, es necesario escuchar esa voz interna, es necesario ver el verdadero mundo que esta dentro de esta especie que denominamos seres humanos. Realmente es importante encontrarnos con nosotros mismos, hacer una pauta atemporal, deslizarnos en el susurro de esa voz y renacer en la trascendencia que nos brinda el creador.
Debido a este particular razonamiento solo queda formular una simple pregunta: ¿Alguna vez te has escuchado? o ¿Alguna vez lo has escuchado…?
Escrito por Anthony Kano
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