Pocas veces he dejado que alguien asome su cabeza en mi corazón, pocas veces… yo diría que una, han brillado mis ojos, se han puesto en puntitas mis pies por un beso, ha retumbado mi pecho con aleteos de picaflor, he estado en Paz, así, con mayúsculas, con otro ser… me he perdido en otros ojos, ¡es que literalmente me he perdido en otros ojos!, he dialogado con suspiros y miradas de asombro, he reído, he reído y sonreído rebosante de paz y alegría, pocas veces en la vida me sentí agradecida por un hombre en mi vida… tal vez una. Y tal vez una he permitido caricias… yo, la chica arisca, me he vuelto un gato manso por tal vez una vez en la vida y, hay que decirlo, también me he sonrojado diciendo “te quiero”, y he tenido la tentación de no volver a casa hasta mañana, por una vez, en la vida.
Hoy asocio recuerdos con apretones en el pecho, con mi respiración cortada, con mis ojos brillantes… y aún así todo pudo ser porque no he vivido nada… y para mí todo es mucho más que para ti… porque… porque yo jamás me he enamorado. He vivido siempre en mi cómodo mundo de soledad, ¿ella es de mi talla sabes?... y sin embargo fui mucho más feliz contigo… eso definitivamente fue una sorpresa para mí.
Y ahora que han pasado casi dos meses desde nuestro acuerdo de adiós, me siguen asaltando recuerdos, se sigue agolpando el aire en mis pulmones, me siguen brillando los ojos con tu recuerdo… ¿cómo ser amiga? ¿Cómo comenzar de nuevo a conocerte desde otra perspectiva, si no dejas de ser tú, el mismo que conocí?... si quiero verte, sólo verte, y saber que estás ahí; si al hablar de esto, justo en este momento se vuelven las letras borrosas; si tu ultima palabra fue un te quiero, muy en serio… y desde entonces no lo he vuelto a oír… ; si te estaba conociendo tan contenta… y de pronto me quedé mirando la pared de una calle pintada de blanco, caminando al azar por un camino distinto al que había escogido, por calles más estrechas, siguiendo por mi propio rumbo… pero diferente… algo ahora es diferente… muchas veces he creído que ya jamás volveré ahí, muchas veces he pensado que todo fue una forma distinta de decir “adiós, esto se acaba”… y en cierta forma si… pero se agradece el matiz que marca la diferencia… ese día… el último día contigo… ya notaba algo raro en el saludo… todo estaba pensado para la próxima vez que habláramos, y esa era justamente, esa próxima vez. Sentí la distancia, pero también la cercanía progresiva, tus ojos más cerca… hasta tenerte entre mis brazos… y conversar como cualquier otro día… y besarte… casi… casi como cualquier otro día y estar en tu mano, estar en tu hombro, estar en tu pecho, con tus movimientos, palabras y besos tan cuidadosos… tú sabías lo que venia, yo lo presentía, y cada cariño era el ultimo que íbamos a dar… no pude irme con tu beso… y volví por tu abrazo, no pude decirte “te quiero”, pues de seguro rompería a llorar… y ¡qué es eso! ¿Desde cuando tan sensible? ¿Desde cuando tan vulnerable? Y bueno… desde el primer día de abril al parecer… tal vez fue mi primer beso real, ese que causa estragos en los pájaros de mi estómago, tal vez fue la primera vez que me esmeré en mil y un sorpresas para un cumpleaños… tal vez también fui un poco tonta… ¡qué va! lo acepto pero no me arrepiento de nada, ¡por Dios! De nada! Siempre fui sincera, siempre fui obediente a esa voz interior tan parlanchina.
Treinta días y otros más pasaron sin hablar mucho… pero era el tiempo de transición que me tenía que tomar.
Decidida a esperarte, porque siempre he sido bastante caprichosa, debo decir, y respetuosa con tigo, tus etapas, tus ideas, tus sentimientos y los míos…sigo viendo cómo congelar los recuerdos y ordenar mis ideas… cómo es que no somos nada ahora… ¿somos amigos?... no creo que ya seamos amigos, pero nos queremos, yo te quiero y te creo cuando me dices lo mismo… cuando decías lo mismo…
Y mientras tanto, por si fuera poca la dinámica de mi mente, ¡se suman pretendientes y pretendientes! No estoy en calidad de dar una oportunidad… ni tampoco de mandar a freír monos… así que rondan… y acentúan mi búsqueda de soledad. A ratos, es verdad, creo que ya no hay nada que esperar… y espero. Pero espero caminando por mi vía, viviendo mis momentos, en mi filosofía, y siempre una parte de mi sigue creyendo que no hay nada que esperar… y otra parte espera. ¿Y qué hago yo? He vuelto a vivir cada momento, cada segundo… pero a veces me sorprendo perdida en el pasado, ante cualquier chispa externa que me encienda los recuerdos. Y si… no me gusta decirlo, pero duele… porque la vida que vivo ya no es la misma desde entonces… porque aprendí la dura lección de no confiar en la gente por ser de la familia, porque he crecido y he borrado prejuicios, he aprendido a confiar un poco más en eso en lo que desconfiaba, a pensar un poco más en dos y menos en uno, porque incluso cierto legado musical me queda y… oh si! un aprendizaje de ti, de lo más profundo que llegué a observar de ti y que tanto quiero. Pero aún así, diría que en el fondo no quiero estar contigo, muy en el fondo, algo me dice que no hay vuelta, que siga mi rumbo sin detenerme a mirar, que de todos modos mi amor por la soledad probablemente me hubiese alejado, que estoy destinada a estar sola, hasta que llegue el adecuado…no sé si seas tu, pero de ser así, el mundo te traerá de vuelta… y por ahora, si he de tener amor, seguirá siendo mi fiel soledad y no es algo triste, soy feliz sola… volveré a guardar eso que te alcancé a mostrar vagamente, en un dispensador que lo dirija a la armonía de este mundo y, quién sabe, tal vez de nuevo a ti.
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