Ya hay mucha más gente. A esta hora, aunque sea muy temprano, ya la gente empieza a salir y a juntarse aquí. Yo no sé porque se ponen a dar vueltas por todos lados, como persiguiendo algo. Como cuando yo me ponía en el llano a cazar tuzas. Corría de un lado para otro y cómo se levantaba el polvo cada vez que daba vueltas. Nunca atrapé nada pero me gustaba correr así, ver el povlo que levantaba, correr entre las matas de pasto que quedaba y pasar por en medio, como viborita, tocándolas apenas. Últimamente ya no he ido al llano, me duelen mucho los huesos como para ir a correr así otra vez. Ya no estoy joven y el tiempo nos alcanza a todos, no importa cómo corramos de rápido. Pero esta gente aquí, corre como si quisiera escparséle y habrá más de uno que así lo crea de veras.
Me gusta que la gente se junte aquí porque así ya no estoy tan solo. A veces me pongo a correr con ellos, despacito, aunque algunos se enojen y me griten. Otras veces me quedo quietito, viéndolos nomás, y luego ya me pongo como cometa detrás de ellos a dar vueltas nomás.
Es bueno estar aquí a estas horas porque la gente me deja comida. Ellos no lo saben y creen que la tiran, pero a mi se me hace que me la están dando de veras y a escondidas porque si otros me vieran recibir comida, al chico rato ya estaría esto lleno de nosotros y cerrarían el lugar, o corrernos y ya no regresar nunca, y es que se sabe que donde hay muchos de nosotros, hay también muchos problemas. como sicada uno de nosotros fuera un problema chiquito que cuando se junta con otros resulta una maraña de problemas que nadie nunca quiere. Por eso vengo aquí temprano, y solo.
A veces uno encuentra teosoros de verdad por ahí, mucha comida. Basta nomás con buscarle un poco, meter la cabeza tantito en ciertos lugares y ya está, uno come hasta casi hartarse, pero yo nunca me harto de comer.
Ahora creo que mejor será irse de aquí, porque quedarse en un lugar mucho tiempo también es problemas, además después de cierta hora ya uno no encuentra nada bueno. Hay lugares a los que uno puede ir y nadie le dice nada, nadie hay quien moleste; pero hay otros que apnitas y nos ven y ya nos están gritando, o nos pegan. hasta hay quein dice que los que han ido a esos lugares ya no regresaron nunca. Pero lo cierto es que en esos lugares de los de donde uno no regresa hay también mucha gente siempre. No es como aquí que tempranito hay la cantidad justa. ¿Será que todo se trata de la cantidad? En el llano no hay nadie, siempre está calmado y uno está tranquilo. Ahí se puede hacer lo que uno quiera. Hasta he visto gente que va al lanno y hace cosas que no las he visto hacer en otros lados.
No, mejor me quedo aquí. No tengo muchas ganas de irme a otro lado, hay mucho ruido y a mí el ruido siepre me ha molestado. Talvez lleguen otros omo yo y nos pongamos a correr, nos alcanzamos y nos tiramos al suelo, como si fuéramos tuzas. Eso me gusta, porque nomás estamos jugando, y eso es raro porque casi siempre que nos encontramos con otros nos atacamos de verdad. Más cuando no nos conocemos y basta solamente una mirada para que el otro se le venga encima a uno y entonces hay que defenderse. Eso no me gusta porque duele de verdad cuando otro lo ataca a uno. Por eso siempre andamos solos. Además así se conocen muchos más lugares. Al llano, por decir uno, llegué solo, me acuerdo. Y cuando uno está solo se puede estar tranquilo de que nadie le dirá a los demás donde se encuentra comida, o donde lo tratan bien a uno. Aunque es cierto que tampoco le avisan a uno dónde no hay que ir y a veces termina uno yendo a donde no debe y le emten a uno una zurra de aquellas, y ahi tiene que ir uno todo molido y espantado. Y a uno nomás e queda la satisfacción de que otro irá a meterse ahí y lo zurraran igual. Y así.
Tiene uno que ser muy paciente cuando se anda buscando qué comer, porque a veces tarda hasta un día para encontrar un bocado apenas. estarse ahí quietecito, sin decir una palabra, porque si uno habla aunque sea una palabra, la gente se da cuenta de que uno está ahí, y aunque lo saben prefieren no darse cuenta. Y si se dan cuenta, entonces se enojan con uno y lo corren y todo un día esperando se desperdicia.
A mí no me molesta esperar, en realidad me gusta, porque veo como van y vienen. Me quedo sentado en la sombra porque el calor del día me cansa más rápido. Hay que moverse junto con la sombra y me gusta ver cómo la luz va cambiando hasta que ya no hay más luz, nomás pura sombra y unas luces donde antes había sombra y donde la gente se junta. Entonces uno puede acercarse, despacito. Hay que verlos, si lo ven a uno hay que acercárseles y puede que le den comida a uno o puede que le den una patada, nunca se sabe.
A veces no entiendo a las personas; unas nos gritan y otras no, a veces se gritan entre ellos y después de corretearse como cuando nosotros hacemos que somos tuzas, uno de ellos se queda ahí en el suelo, bien queitecito, sin moverse, sin que le importe el calor del día o el frío. A veces viene a recogerlo, a veces no y ahi se queda entonces para siempre. Yo lo he visto muchas veces en el llano. Otras veces se hablan con una voz diferente, como chillando. Nomás le hablan así a la gente que quieren, más con la gente que es chiquita, como de nuestro tamaño. A mi me han hablado con esa voz chillona, y luego me dan comida, hasta hubo una vez que me agarraron la cabeza ¿será por el tamaño?
De verdad que son raros. Por eso me gusta verlos.
Yo aquí me voy a quedar hasta que nomás haya puras sombras, y enotnces iré a ver qué encuentro. Aquí me voy a quedar, tirado en el suelo, como esos en el llano.
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