- II –


El alma del universo


Los precoses ojos de Álvaro configuraban su
pensamiento, moldea su ser en la tv del cotidiano
resplandor convencional:
-Pero… estos humanos me cansaron (desenchufó) ¿yestos que quedaron quiénes son? Uno tiene nariz como mástil, su cara como cráteres de guerra y su pelo rojo como sangre de nativo de las América. Yo los miraba, ni bien distinguí sus ojos celestes, lo recordé de la televisión.
Era el coronel Mac Anderson, un héroe de la cuarta
guerra mundial. En frente de él, alto como el muro de Berlín, con unos bigotes como los de Hitler y una miradasimilar a la de Buhs, se encontraba el multimillonario Stefen
Al Wolfen, dueño de la petrolera. A diferencia del coronel, Stefen caminaba por lo poco de tierra que quedaba, y en momentos se detenía, miraba y no lo podía creer…
Stefen: -no entiendo, no hay nada, debo estar soñando
¿qué pasó con la tierra?
Coronel: (con la cabeza de un iraní debajo de sus
piernas) -estoy desorientado, ¿habrán tirado la séptima
bomba nuclear?
Stefen: -no creo, no di la orden todavía.
Coronel: (tira la cabeza al infinito) -pero acá ni siquiera hay agua ¿qué vamos a hacer? , supongo esperar a tu ayuda
-¡pum!
Coronel: -viejo loco, sino me mataba él con sus locuras lo tenía que hacer yo, de alguna forma… ¿Qué le pasa a la tierra? ¡se raja! ¡ah! ¡ aaaah! (cae hacia el infinito
universo)
Listo, ter-mi-nó … esta máquina cuadrada me aburrió, dominaba todos los límites de la tierra,
¿Y ahora que puedo hacer con esta máquina? ¡Ya se dónde la puedo conectar! Sería muy bueno probar por allí…