Tu voz en el destello de tu boca es una liana. Me descuelgo en tu silencio hasta posarme distendido entre tus dientes. Una lengua incandescente me abrasa, a la distancia incomensurable de mil leguas submarinas. Y tu voz -la siento ahora- en el medio de la noche, por sobre y debajo las mareas, es un canto de sirena. Hago agua. Contengo el aire -apenas- Y disfruto del naufragio.
Texto agregado el 05-07-2009, y leído por 223 visitantes. (4 votos)