Ella sube la única escalera caminando con una bandeja repleta de sanwiches tostados. Tiene una linterna pequeña que coloca entre los panes simulando ser una vela de cumpleaños, mientras canta la típica canción del aniversario. La espera su novio recostado, quien mientras mira la televisión se relame de pensar en el banquete. Está por comenzar el último partido del torneo apertura, quien gane de Vélez o Huracán será el nuevo campeón. Él no se resiste, irán a ver el partido por el codificado, pero atención, pues queda prohibido tomar aliento por alguno, pues considera que todos los capitales económicos van a parar a esa disciplina únicamente matando a todo el resto de hambre. La idea es meditar sobre el futuro sin interferencias. Ella la invitó a tirarse en paracaídas con el paraguas y salir a caminar bajo la garúa. Van por la vereda tomados de la cintura, ha dejado de llover y está clareando. De pronto pasa una camioneta pisando un charco que baña a la desprevenida pareja de enamorados. Están comprometidos, pronto se irán a casar.
En la noche de bodas Él se puso hacer futurología, discurso que supo entreverar con raros movimientos cual arte marcial. Semidesnudo, de entre el fluir de la capa de mago hizo desfilar el futuro ante el altar de la cama matrimonial: Sus hijos, que pudieron saludar de viva voz, además con unas caricias tocándose las manos.
Pero además, inclusive, también, como, contra, abajo, sin saberlo, repentinamente, supieron de sus propias muertes. Cada uno por separado deberá completar esta desdichada existencia. Pudieron enterarse de que les tocará una vida con un destino efímero, muy difícil. Entonces ante la dualidad, mejor decidieron separarse abortando el proyecto que los une, esa misma noche. Pero ocurrió que sus hijos, esos fantasmas que hubieron convocado, además de muchas fracciones de escenas vívidas, escucharon las ideas explayadas, enterándose pero de la pésima noticia de que no irán a nacer. Para lo cual fueron abruptamente mutando de forma hasta adquirir la fisonomía de monstruos sanguinarios. Luego desprendiéndose de la fuente de luz convocada, de las arcas del misterioso más allá, para destruir todo.