El espejo de la habitación oscura
me ha mirado turbio,
y la noche dejó recordándote.
Pero yo no quiero recordarte,
déjame seguir sólo, que mi sombra llore
con el espejo oscuro de noche,
de nostalgia turbia y recuerdos sombríos.

El alma se me quedó arrugada
cual pergamino inconcluso
y no sentí mis manos
mas que cuando el calor
quiso arrancarme las uñas
para quemar mi sangre fría,
helada y sin más vida que darle a mi ser.

Con el alma arrugada,
reflejada en el oscuro cristal
y las uñas ardiéndome de dolor,
( Mi mundo quiso escapar por ellas
para mirarse en la habitación oscura).
el corazón quería morir resignado
en la ancianidad de un recuerdo cercano,
que tal vez era presente por no olvidarlo.

Todo mi mundo en cuatro paredes,
ocultas por la profundidad.
Era como llegar al fondo del mar
en la noche vestida de carbón,
llorando lágrimas de vino
para embriagar al mar nocturno.

Era viajar con la vista quemada,
supurando esperma de cera ardiendo
por entre los juncos de cuarzo filosos,
exalando un vapor rojizo
de amanecer olvidado entre los cardos.
Así, pisando uvas putrefactas,
pero con un olor llamativo
que invitaba a permanecer:
Mis sentidos encontraron respuesta inventada
para la tormenta interior,
que fluía a través de mis poros
y se esfumaba inadvertida.
Miles de luces con tanto fulgor
me dejaban ciego en la oscuridad
hasta morir en manos de hojas soñadoras,
venidas para verme
cantar mis piedras o mi espuma,
mis agujas o mis anillos,
Mis llamas o mi hielo,
de bien o de mal, pero que me hacen vivir.
31.01.77