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Hombres socavados por víboras y entes desahuciados deambulan por las calles lamentándose de la terrible situación que viven las Corcheteras. El jefe Seattle dijo: Todo lo que le hagan a la madre tierra les será devuelto. Las Corcheteras engraparon nuestra insipiente vida a los vicios e indiferencia ante nuestros antepasados residentes en las estrellas, y ahora nos encontramos solos, sin tener siquiera un amigo hecho de nylon o una caja de betún de zapatos. ¿No les parece lógico? Porque en el fondo podría sonar absurdo para aquellos que no entienden lo minimalista de una madre soltera y cesante. Y todos culpan a las Corcheteras. Nadie cree que pueda existir una estrecha relación entre las máquinas de escribir y los minuciosos vestigios de una muerte anunciada. No obstante, todo está enlazado: Hoy en día no somos capaces de sobrevivir sin un teclado: el hambre mundial es real sólo porque esa gente no tiene Internet donde encargar una pizza. ¡Es lo que hay no más po’!
Aparentemente esto no tiene relación alguna con la víbora, pero yo les digo ¡¡Dame un Dios y te daré un demonio!! ¿Quieren sexo? Soy Abraxas, le enviaré una secretaria ambiciosa, que te seque los bolsillos, estruje la mente y sacuda el alma. Podrás llamarla víbora, pero nunca amarla, porque el miedo se apoderará de tu corazón al saber que te azotará contra tu cuenta bancaria: ¡Come mierda o te quedarás con hambre! Tendrás horror del amor con el calor que te trajo escozor junto al olor alentador y estafador de la vida (pom pom pom). No tienes otra opción. Yo no pretendo ser un paladín de la justicia, pero ¿Tengo o no tengo razón?