Un ejecutivo descubre que la única camisa de la cual dispone está muy arrugada. Pero al encontrarse en tierra ajena, desconocida, no deseando molestar, hace comprar una plancha de urgencia, ocupándose el mismo del asunto.
El primer error que comete es dejarla al máximo sin el automático en acción. Luego el hecho de cargar con el peso de su cuerpo al momento de estar pasando el artefacto por sobre la prenda, quedándose pensativo al sentirse un ser inferior.
Lo primero, fue que se agujereo la camisa blanca, después, la tabla de planchar, donde directamente cayeron aún sosteniendo el frio mango mientras el resto del aparato continuaba agujereando el propio piso, hasta provocarse un derrumbe viniéndose en picada al tercero, y siguiendo, pues la plancha cayó derecha quemando el cimiento del suelo de abajo, haciendo lo mismo un nuevo boquete desmoronándose hasta dar con el nivel del mar. No obstante por milagro salió ileso.
Años más tarde flotando de espalda en la piscina, al momento recordó este hecho con simpatía, pero juró nunca, por ningún motivo, volver a planchar. |