Inicio / Cuenteros Locales / quiquelux / La muerte siempre la muerte.
Es muy difícil caminar sobre un escenario, pero lo es aún más si se lo hace en forma demasiado lenta. Por ende a Marcela le resulta imposible seguir las sugerencias del director, ella prefiere decir a todo que si, pero hacerlo a su manera más después aguantar la reprimenda.
Cuando llegó el turno del vestido de seda, en mitad del recorrido se le escapó un seno, el público suspiró de emoción, a lo que lo siguió un cerrado aplauso. Al volver al camarín la esperaba su marido atacado de los celos, quien la violó sexualmente, no pudiendo hacer la tercera aparición vestida de invierno.
Finalmente vuelve con ropa de cazador, sosteniendo una escopeta supuestamente descargada, por instrucciones del propio director, la que graciosamente ante el público debía disparar al aire haciendo una broma.
Y así fue que por mirar el caño se voló la cara. Para antes de morir ofrecer un extenso monólogo, relatando su currículum completo.
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Texto agregado el 02-07-2009, y leído por 178
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