Ellas ya tenían el álbum, pues lo único que faltaba eran las figuritas, claro está.
Ambas gritaron de la alegría, al saber que yo les había comprado: diez sobrecitos de cinco figuritas cada uno…
De inmediato limpiamos la mesa familiar y vaciamos todo sobre aquel mantel, sucio de crayones... ¡Era un cuadro de completa euforia! MAssiel, mi sobrinita menor, de cuatro años: chocaba los dientes, levantando las cejas, sin poder siquiera hablar… Lucita, la mayor, de siete años: Trataba de contener la emoción, y con la autoridad que le dá la edad, trataba ella de organizar el cómo poner las figuritas…
Lucita: – Mi tío Will, pondrá las figuritas. Mi hermanita abrirá el primer sobre… Luego yo… y así…
Massiel: – ¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
Pues yo, nomás me fijaba en lo maravilloso que es ser tío…
Abrió Massiel el primer sobrecito… Y gritó al ver lo colorido y geniales que eran las figuritas. Y más al ver que algunas tenían mucho más brillo…
-Yo los pegaba.
Entonces Lucita abrió el segundo sobre, y gritó también al ver que no habían repetidas… Y así, la salita se había llenado de carcajadas y gritos de alegría. Pues no habían repetidas…
Deslumbrantes eran los ojos… El mundo se había convertido en aquella emoción, y los sobrecitos rotos, eran como plumas de gallinero… ¡Qué desorden Dios mío!
Ellas alistaron sus cosas hoy por la mañana, para ir a visitar a sus primitos… Se quedarán por una semana visitándolos a todos (son muchos). -Ya que están de vacaciones- ^^
Acabo de comprar más figuritas… No las romperé, hasta que regresen.
Mientras tanto cerraré mis ojos e imaginaré que ya lo estoy haciendo una y otra vez…
Will
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