El día que te conocí
Al salir de la fabrica me quede pensando en las razones que podría haber tenido Alejandra para llamarme y en esa ansiedad que percibí en su voz. Cuando llegue a la terminal aun faltaban 15 minutos para la salida del servicio de las 17,30 hs.
Durante el viaje me fui relajando y me despreocupe de la llamada, el ómnibus marchaba rápido, se detuvo solo tres veces para bajar y subir pasajeros.
En una de las paradas subió una niña que atrajo mi atención, simpática y vivaz, viajaba acompañada por una señora mayor, la pequeña estaba vestida con gracia, con una solera y zapatillas a lunares., el cabello era crespo de un rojo intenso. , su mirada inquieta hacia resaltar unos hermosos ojos azules.
Durante el trayecto note que ella me miraba, yo por mi parte le seguí el juego y me entretuve mirándola disimuladamente, pensé a donde podrían estar yendo.
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Como a menudo me sucedía en estos viajes vino a mi mente Alejandra, ella se me presentaba resplandeciente, con sus enormes ojos y atrapante vos. Cuando hablaba parecía que las palabras salían en tropel de su boca, era su forma habitual de hablar que la hacia mas simpática y atractiva.
Un año atrás la había conocido haciendo el mismo viaje, ella había subido al ómnibus y distraídamente se sentó a mi lado, cosa que me agrado, yo la había observado desde la ventanilla, su cuerpo joven y bien torneado invitaba a mirarlo. En algún momento del viaje ella me pregunto algo y así comenzamos a conversar, cosa que no dejamos de hacer hasta llegar a la terminal.
Al bajar nos presentamos y despedimos al mismo tiempo.
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La niña continuaba mirándome ahora ya sin disimulo, mientras lo hacia canturreaba y jugaba con sus manos.
Mi curiosidad aumento y comencé a devolverle su mirada.
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Pasaron varios viajes hasta que volví a cruzarme con Alejandra, debo confesar que tenia interés en verla, siempre prestaba atención cuando el ómnibus se acercaba a Monte Quemado, así se llamaba el pequeño caserío donde subió la primera vez.
Fue un sábado, que se me había hecho tarde y perdí el micro de las tres y media, esta vez se me dio. Cuando Alejandra subió mirando dentro del micro me reconoció, saludo sonriente y se sentó con naturalidad a mi lado
-¡Hola Ricardo!, ¿como estas?, ¿volviendo a casa?
-Así es le conteste, Alejandra me había llamado por mi nombre haciéndome sofocar y poner colorado. No recuerdo como siguió la conversación, solo se que el resto del viaje no pude dejar de mirarla a los ojos y escucharla
Cuando llegamos a la terminal la invite a tomar un café, ella acepto con gusto.
Ambos teníamos tiempo y decidimos aprovecharlo, nos caíamos bien.
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La pelirroja ahora se había levantado del asiento y se acercaba a mi butaca sin disimulo, me miraba con curiosidad e insistencia
-Hola le pregunte ¿como estas?
Ella bajo sus ojos y no me respondió, dejo pasar un instante y me dijo.
-Mi mama no quiere que hable con extraños.
-Me parece muy bien, le dije sin dejar de mirarla, al escucharla sentí como su vos me movía algo interiormente.
-Pero yo se quien sos vos, me dijo mirándome a los ojos.
Luego siguió,
-Por eso te hablo, continuo regalándome una sonrisa
-Así que sabes quien soy, le pregunte
- Y quien te lo ha dicho
-Mi mami, una ves que viaje con ella y vos dormías
-¿Y quien es tu mami?
Ella se quedo cortada y luego dijo
-Dale si vos sabes, no te hagas el tonto
Me quede desorientado, la vos de la niña me recordaba a Alejandra, aunque en un tono infantil. Me quede sorprendido, no entendía como podía saber quien era su mamá.
-Vos sos Ricardo, me dijo y se fue a su asiento
-Alita, no molestes al señor, se escucho le decía la Sra. que estaba a su lado.
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No sabía mucho de Alejandra, en realidad no me interesaba preguntarle de su vida, solo me bastaba estar con ella, era como si no quisiera cambiarla del lugar donde la habia puesto . Verdaderamente la disfrutaba y eso me bastaba
Cuando estábamos juntos quedamos colgados uno del otro, nos mirábamos sin hablar, solo eso nos mirábamos, sentía en mi la fuerza de su mirada, de sus ojos emanaba serenidad que me caía como un bálsamo.
Había en ella algo de misterio, yo no entendía como alguien tan especial vivía allí, en ese caserío y nunca le quise preguntar.
Ale tenía treinta años, dueña de un espíritu inquieto, cuando ella hablaba no dejaba de mirarme a los ojos, sus manos se movían dando mas fuerza a lo que decía, no permitia que asintieras o le contestaras que ya estaba nuevamente hablando. Sus conversaciones eran de lo más variadas, con ella podías hablar del clima, del medio ambiente, como del Mayo Frances. Le gustaba la música, me confeso que adoraba a los Beatles y siempre canturreaba algún tema de Lennon, Serrat ocupaba un lugar especial en ella, dependiendo si era antes o después de hacer el amor.
Sentía una loca pasión por ella, su entrega era total, no dejaba espacio para nada mas, solo amaba y se dejaba amar.
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Llegábamos a la curva de los corrales cuando unos hombres detuvieron el omnibus, muy cerca de la entrada al puente que comunicaba con el Valle, el vehiculo se sacudió un poco y paro, nos miramos como preguntándonos qué habría pasado.
Con una orden seca alguien le indico al chofer para que estacionara a un costado de la ruta.
Caía la tarde y la luz no permitía ver mucho, adelante en el camino se apreciaba una densa polvareda.
La niña se levanto y poniéndose a mi lado me pregunto
-¿Ricardo, Ricardo, que pasa?, tengo miedo, mi mami.
-Ale, espera un poco ya veremos, no ha de ser nada grave, tranquilízate.
-Ahora me llamas por mi nombre, ya sabes quien es mi mami, no
-Si, si ahora me doy cuenta le respondí sonriéndole, a la hija de Alejandra.
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El desprendimiento se había llevado parte del camino, causa por la cual debimos regresar por uno alternativo, esto nos dio la oportunidad de familiarizarnos con Alita.
Los titulares del día siguiente anunciaban
Atentado terrorista destruye la ruta dejando sin abastecimiento a la Cia Minera........
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Durante largo tiempo no supe nada de Alejandra, hasta que me entere que había caído en una redada vinculada con el atentado.
Sentía necesidad por verla, de saber algo de ella, solo me pude conformar llegándo hasta su casa, en el caserío y allí encontrarme con Alita, desde ese día continuamos viéndonos, la visito en lo de su abuela, a veces salimos a pasear los tres
Nunca logre entender si fue casualidad o un plan, yo la sigo esperando , como ellas
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Rr 01 07 09
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