De Buenos Aires y los porteños.
Los porteños tenemos una relación extraña con nuestra ciudad.
Los porteños tenemos una relación con Buenos Aires que resulta a veces difícil de comprender para quién no es habitante de ella. Borges, supo decir “la ciudad que yo amé ya no existe, no nos une el amor, sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”-
A pesar de todo los porteños aman a Buenos Aires como se ama la primer amante .Es posible que no sea la misma que era antes, tampoco nosotras lo somos.
Mantenemos una relación extraña, siempre soñamos en tomarnos el raje, o el buque, como decimos en estos lares, pero resulta que cuando faltamos un par de días de ella, incluso por motivo de vacaciones, solemos ponernos nostálgicos, la extrañamos. Siempre volver a la avenida Corrientes, caminar por sus veredas en una tarde lluviosa de otoño, explorar sus librerías de viejo.
Le transferimos muchas de nuestras broncas, pero nos reconciliamos a cada paso, cuando nos dejamos atrapar por la belleza de nuestras mujeres y nos imaginamos haciendo el amor con cada una de ellas, o atraparlas de la cintura, bien chapaditas con los cachetes cara a cara bailando un tango, cuerpo a cuerpo, al conjuro de la música y de la pasión que emana de las palabras que dejamos en sus oídos, chamuyadores y devotos amantes de la conquista.
Es verdad que somos nostálgicos, pero vivimos en el presente, la nostalgia es solo parte de nuestra herencia. Hijos de inmigrantes que vivían añorando la patria que dejaron pero que al mismo tiempo se afincaron, formaron una familia, hicieron que sus hijos estudien y nos transfirieron el amor que ellos mismos ya habían hecho propio. Dice un conocido paso- doble, que “Buenos Aires ya me sabe a Madrid”.
Muchas emociones se movilizan dentro de uno al tocar estos temas. Aunque con distintas miradas todos la amamos por igual, en cada rincón o a la vuelta de cualquier esquina nos aguarda un recuerdo, también hemos pasado por momentos difíciles, golpes de estado, dictaduras y calamidades varias que nos dejaron como enseñanza el no volver a repetirlas.
Mas allá de la puerta pasaban cosas graves. Los años en que nos tocó vivir, en especial la década de los setenta dejaron marcas dolorosas en nuestra sociedad.
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Las personas de cierta edad suelen sentir nostalgias por el pasado, en realidad es porque son dueños de un pasado con poco presente. Ya no son jóvenes, aunque también muchos jóvenes son víctimas del desencanto por la vida actual. Se progresó en muchos aspectos, pero ese progreso esta al alcance de pocos.
Con el sueldo de un empleo era posible comprar un autito, un Fitito o un Citroen 2 C.V., y ya estabas motorizado, comprar varios libros al mes, ir al teatro, al cine y por supuesto a bailar. En mi caso tenia alquilado un Dpto. en pleno centro, mi propio bulín, que tantas satisfacciones me dio a la hora de compartirlo con mis amigos, me vestía en James Smart gastaba colonia Inglesa y fumaba habanos Monte-Cristo por supuesto no ganaba un sueldo mínimo, pero tampoco ganaba una barbaridad, esto hoy en día es impensable. Actualmente si ganas bien te lo sacan, no lo podes usar en tu beneficio.
No es bueno vivir en el pasado, eso nos imposibilita regocijarnos plenamente con el presente, aun en edad madura, tenemos muchas cosas que tal vez sean tanto o más importantes, como ser los amigos, la familia, el seguir viviendo en nuestro país..
En mi caso y en el de muchos, el ejercicio de la nostalgia, el de cierta melancolía, no sé si está mal, pero es algo común a la forma de ser del argentino.
Lo verdaderamente malo seria quedar pegados al pasado, quedar ciegos al presente.
Andre, laplume. Otoño del 2009.
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