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Llegó una noche estrellada y me tomó en sus brazos, dejándome confusa, sin siquiera saber qué pensar. Llegó y llamó a mi puerta, y yo le tendí la mano para que empezáramos nuestro viaje juntos desde donde lo habíamos dejado olvidado. Con los dedos entrelazados, impulsamos nuestros caminar; el sonrió y yo sonreí y el sol de la mañana bostezó somnoliento burlándose de nuestra locura. Así empezó nuestra vereda y fuimos dejando piedritas en el paso para acordarnos del amanecer. Fue el amanecer mas bello que jamás he presenciado; en su mirada siempre veo el amanecer.

Eventualmente aprendimos a volar y de nuestras espaldas, nacieron alas majestuosas y viriles. Las mías eran negras y las suyas también, aunque con un destello de luz, bailaban como un arco iris nuevamente resucitado. Así lo vi nacer, y fue lo mas real que he sentido.

-Sabes, siento que ya te conocía- dije yo, y el mundo rugió y se alborotó con un estruendo ruidoso que evito que me escuchara.

Pronto alcanzamos alturas místicas arriba en el cielo donde ni siquiera las vagas nubes se atreven a asomar la mirada. Nos hallábamos perdidos en un desierto azul cristalino tan claro que se convertía en una neblina espesa que no permite visión alguna excepto la de la imaginación.

-Sabes, creo que te empiezo a alucinar despierta- murmuré yo y las palabras se las consumió el viento sin piedad, único testigo de nuestra existencia.

Miré a mi alrededor y sólo me encontré conmigo misma en una masa uniforme de azul en una única tonalidad. Grité mientras sentí que me empezaba a penetrar, a consumir con planeada malevolencia. El se rió de buena gana y no pudo evitar actuar a través de sus impulsos, con extrema tranquilidad y un movimiento de agilidad elegante, me rescató de los miedos que se escondían en mis entrañas. Nunca estuve sola. Mis ojos se tornaron en espejos y permanecí perpleja; antes de darme cuenta el vidrio liso se quebró con una resonante mirada y brotaron cascadas de mis pupilas... lloré entre sollozos y me hundí en mi miseria acumulada. Él llegó en un instante y me tomo en sus brazos, despertándome de mi euforia. Ahora sólo éramos yo y él en esta soledad compartida. Así nos quedamos un buen rato y yo sentí que mis sentimientos eran los suyos también; mi respiración se torno en la suya; su mirada se clavo en la mía; mis ilusiones empezaron a brotar... desde entonces lo empecé a amar.

Texto agregado el 29-05-2004, y leído por 252 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
26-09-2008 Me gusta lo q' escribes definitivamente. tienes 5 estrellitas Extra-Polar
01-11-2006 delicioso relato, realmente una catedra de como se deben usar las palabras. marfunebrero marfunebrero
11-08-2005 Hermoso, muy lindas palabras pulsos
29-06-2005 cada nuevo texto que leo es hermoso... esa imagen de los dos "angeles" mezclado con tu forma de expresarte, es impresionante.... mis ***** ichtus
03-08-2004 ...vuela...con tus alas negras...hermoso..poetico.. sickness
05-06-2004 Bien, sigue adelante. andreus
 
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