TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / jefpacheco3 / EL LINYERA RICO

[C:411449]

EL LINYERA RICO

El día que lo encontré caminaba bajo la lluvia en dirección al basural, el lugar que acumulaba la basura del pueblo de Campana; estaba junto a la vía y tenía la entrada por un camino de tierra que salía a la ruta N°9.Yo iba en mi auto viejo, una renoleta color beige.
Cuando pasé junto a él, algo me llamó la atención: sus intensos ojos azules, su espesa barba rubia, y su tremendo y desaliñado aspecto de linyera.
Sin embargo no pude descifrar que era esa mezcla de hombre blanco y
linyera andrajoso, con ropas rotas. Crucé la ruta 9 y me encaminé a mi trabajo. Quedé preocupado por el hombre que había visto tan desamparado; del lado de la fabrica venia un arroyo que cruzaba la ruta por unos tubos de gran tamaño, estos eran utilizados para desagotar el agua en el río Paraná que estaba a unos pocos kilómetros del lugar.
Iba a la mañana y volvía a la tarde, comía en la fábrica; por esos días estábamos en la puesta en marcha de la primera productora de fertilizantes de argentina; los japoneses que vinieron a poner en marcha habían traído máquinas filmadoras manuales que para la época eran un dechado de tecnología; así fue que compré una pequeña maquina a cuerda manual, de ocho milímetros, la mas pequeña, todavía no habían salidos las súper ocho, que eran un poco mas grande. Estaba muy entusiasmado con mi filmadora y pensé que el linyera sería un buen modelo para mis filmes documentales. Resultó que al volver, llegando a los tubos que cruzan la ruta encontré al linyera parado en la boca de los enormes caños.Sin dudar y sin su consentimiento, lo empecé a filmar por la ventanilla del auto, cuando se dio cuenta me hizo un ademán para que dejara de hacer lo que estaba haciendo; e inmediatamente guardé la filmadora.Mi relación con el linyera no había empezado de la mejor manera, no obstante paré el auto y me arrime sin la cámara hasta donde él estaba; quise iniciar una conversación pero no me contestaba, después de preguntarle algunas cosas: donde vivía y de donde sacaba la comida me dio a entender, que vivía dentro del caño y comía del basural.
Quedé muy impresionado por la información, ya que era pleno invierno y el lugar solo lo protegía de la lluvia pero no del intenso frío ni de la humedad; me propuse ayudarlo como pudiera y al otro día le traje ropa seca, unos pantalones viejos pero sanos de lana y también unas camisetas mangas largas y pulloveres que había recolectado entre los amigos de la casa.
Al llegar la noche las ratas se cruzaban la ruta hacia el basural por dentro de los caños, evitando el fino hilo de agua que se cortaba en el caño que estaba más alto. El lugar solo recibía los reflejos de los autos que pasaban por la ruta y estaba lleno de yuyos, cortaderas. Que hacían peligroso caminar por allí de noche.

Después que le entregué la ropa, a la tarde le llevé de la fabrica comida que me dio el cocinero, eran sobras pero comida buena, se la acerqué en una bandeja de cartón con una botella de coca. No tenía mucha empatía conmigo y me di cuenta porque no quería hablar; sin saber que hacían cuatro años que no hablaba con nadie.
La historia de este personaje se empezaría a conocer cuando le conté al Gerente de Relaciones Industriales, el señor Fíe... de su existencia, él me dijo un día que le llevaría de comer, y cuando tuvo su primer contacto, la relación con el linyera se hizo de una manera natural y fluida; con él empezó a hablar y de a poco le fue contando su historia: Vino de Misiones, lo habían traído hasta el hospital neuro psiquiátrico de Open Doors, su hermana y su cuñado y lo internaron por “Loco” con la complicidad de la policía del lugar. El objetivo fue hacerlo pasar por loco e internarlo para robarle sus propiedades en Misiones, que consistían en quintas de frutales: naranjas mandarinas, duraznos; plantaciones de te y ananás; cuando lo dejaron internado, nunca más preguntaron por él y así pasaron cuatro años que vivió solo y abandonado por su familia; un día después de mucho prepararlo, logró fugarse y como el lugar donde estaba está sobre la ruta que lleva a Campana, su primer encuentro con una ciudad fue al cruzar frente al pueblo; allí encontró el basural que le dio la primer comida después de escapar, la “casa” fue el caño y después nuestra relación y su afortunado encuentro con el señor Fíe...quien después de conocer su historia se propuso ayudarlo a salir de esa mala situación y como era una persona muy relacionada le contó la historia al juez del lugar.Esto facilitó la investigación y con el antecedente de que la policía del lugar en Misiones estaba involucrada no acudieron a ella y lo hicieron a través de la Policía Federal, así pudieron determinar que el linyera era el dueño y lo habían desalojado su hermana y su cuñado; el juez de Campana se puso en contacto con el de Misiones y le pasó los antecedentes del caso, este por fin y luego de otras investigaciones logro meterlos presos por varios años.
Mientras sucedía eso yo me había retirado de la fabrica y trabajaba en Buenos Aires, había pasado un año y no sabía nada del caso, hasta que un día fui a visitar a un amigo y me encontré con el señor Fíe... y este me contó el final del cuento del linyera que estando pobre era rico.
La hermana y el cuñado tuvieron un proceso y quedaron presos por “robo calificado agravado por el vínculo, privación de la libertad y secuestro de persona”… y seguro algo más.
El comisario que participó fue separado de su cargo y desvinculado de la fuerza y los vecinos que hablaron con la policía disfrutaron de nuevo con su amigo a quien querían, a ellos los habían engañado diciéndoles que se había mudado a vivir a otro país.
El señor Fíe... me contó que el último tiempo antes de volver a Misiones estuvo viviendo en su casa, y que le había comprado ropa nueva, lo que lo hacía aparecer como un señor y que lo era; Fíe... era un hombre bueno de profundos principios humanos, se preocupaba por sus semejantes; de ese linyera abandonado que yo dejé en el caño no quedaba nada, ni la ropa ni los modales. Era un señor elegante, que vivía en su campo de frutales.
Al llegar al campo todavía vivían algunos de sus perros que saltaban de alegría al volver a ver a su dueño, y Fie... entusiasmado pegó un grito: ¡Gracias a Dios todo terminó como habíamos deseado!
JORGE EDUARDO 2009-06-27

Texto agregado el 30-06-2009, y leído por 344 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]