Necesario como un espacio vivo entre lo inerte y lo inmóvil. Tímido perfume de un recuerdo que me acunó. Inocuo. Inefable pasajero de pies descalzos en la inclinada ladera de la vida. Pretérito pluscuamperfecto sin concesiones ni treguas. Intacto, en mi pequeña caja de cristal, se volatiliza. Mi tiempo no es mío, ni de nadie. Inexorable. No existe.
Texto agregado el 30-06-2009, y leído por 271 visitantes. (7 votos)