Me gusta salir al pasillo, recostarme al lado de la ventana, encender un cigarrillo y sospechar que pasa gente.
No me gusta el recuerdo sin embargo todo lo que sobrevive de nosotros y en nosotros lo es.
Aveces se asoma una luna grande tirando a amarillo purpura, otras aguaceros torrenciales nublan todo.
Yo allí estacionado en la oscuridad del pasillo, escalera arriba, disfrutando de este placer que muchos no entienden y los doctores censuran. Pienso y pienso.
Hace mucho que me olvide que estoy solo, hace mas que continuo una rutina y hace mucho mas que miraba estrellas y pedía deseos pero aprendí a cumplirmelos por mi mismo descubriendo que no es lo que desees si no lo que encuentras y te quede o te vaya y, o te alumbre.
No podría decir cuantas veces hago eso día a noche, pero se me ha vuelto una costumbre, aburrirme de mi, de ti, de nadie.
Soy un soñador al que nadie sueña hace rato y no es queja es realidad.
Hoy me dio por volver al vaivén de quitarme de encima un poco de letras y nada mas.