El sonido es inestable.
Ruidos mojados, remojados, ardiendo.
Se esparcen los sonidos.

Destellos
tras los cristales.

Ruido inundado…

Desde el exterior el humo me configura.
No sé aún si estoy sentada, o parada, o
quieta en un rincón sin sentir apenas mi cuerpo.
No sé si soy dos cuerpos.

Tal vez hoy debo permanecer distante de mí misma.

El viento desconcierta.

El sonido es inestable y los ruidos siguen mojados,

ardiendo…

Y se esparcen destellos
tras los cristales.

Y mis cuerpos también quedan inundados de sonidos…

¿La sensación? Las manos frías, una palabra tras otra y las manos frías.
Una sombra tras otra y todo el calor concentrado en un solo punto, en un solo instante.

Cómo me gustaría que las manos no estuvieran jamás así de frías…
pero aquí siguen las sombras, evocando recuerdos…

y los papeles blancos…

y el vacío
enredado en las paredes golpeantes…

y el miedo
bordeando sin límites mi espacio.

Intento hoy describir el encuentro conmigo, mantenerme intacta o casi intacta
en esta situación desbordante, que de algún modo me seduce…

Intento…

Qué sé yo…

El olor permanece en el papel. Mi propia ausencia se ausenta y mis dedos, mudos del todo creo que resplandecen al tratar de acariciar esos destellos.

Acabo por confesármelo todo a mí misma en un papel que como este, se mueve conforme la luz aumenta.

Y no he dicho en realidad nada, como siempre hago…

La verdad es que no debe haber mucho más que decir…

Los ojos se cierran, el color cambia, se transforma…

y me transforma…

Y me lo digo…

-que a veces pienso…

...pero lo más posible es que sea una tontería todo lo que pienso.