La sociedad dice: que se mueran los sinceros, que se mueran los francos y perspicaces y desenfadados; necesitamos gente falsa. A los que no sean falsos ni ayuden a preservar el estado de engaño necesario para llevar vidas tranquilas, ignórenlos y déjenlos morir en su pesimismo cuanto antes. Nosotros necesitamos creer que todo va muy bien, que es indiscutible lo que es bueno y malo, y lo identificamos sin cuestionarnos las causas ni los motivos. Nos espantamos ante las personas que adivinan nuestro inconsciente, porque nos recuerdan lo que no queremos pensar, y por eso, las personas que nos hacen esto deben ser ignoradas, aisladas, marginadas, olvidadas, para que mueran sin que ninguno de los nuestros caiga en sus garras.
Por eso cuando llegue alguien que explique la naturaleza del ser humano de manera sencilla y te haga entender que toda la moral y los convencionalismos son obstáculos de la naturaleza, y que es mejor hacer las cosas sin ceremonias como la de casarse; digo, que cuando llegue esa persona, le digas que está loquito. No le digas que está loco, porque no tendrá un efecto tan destructivo como el diminutivo, que denota cierta inocencia de tu parte.
¿Y por qué necesitamos esta falsedad? Porque es la forma en que nosotros podemos confundir a las personas inteligentes, a las personas ingeniosas, y hacerles creer que son raros y están mal y que no merecen vivir. De esta manera, nosotros nos sentiremos superiores, nos sentiremos en nuestro ambiente, encajaremos y seremos felices y viviremos más, porque a fin de cuentas somos mayoría.
Si lucháramos solos y limpiamente contra ellos, nos masacrarían al instante, pero unidos, siendo mayoría, aunque no tengamos la razón y seamos ñoños, podremos lograrlo, porque aparte tenemos a las muchachas más saludables y coquetas.
Entonces ya saben que no deben hacerle caso a los hombres que lleguen y digan: “vamos a retozar, porque la vida es corta, el cuerpo se pudre y hay que aprovecharlo mientras lo tengamos. Total, que de todas formas moriremos”. Eso hombres son del diablo y deben ser rechazados con sutilezas, para que les cale más ser anormales.
Este juicio puede ser una aberración de mi parte, pero creo que vale la pena publicarlo, porque de todas formas cualquier opinión siempre será imprecisa y generalizadora, y todo es un montón de letras y palabras que dicen esto es lo correcto, pero nadie sabe. Por eso me gustan más los cuentos de vaqueros y de marineros, pero hoy sólo pude hacer esto, porque en verdad siento que no encajo en la sociedad, y creo que ellos, aunque son más, son los que están equivocados.