Me acomodo al borde del edificio.
Es el mas alto de la ciudad.
Y por primera ves me siento por encima de los demás.
Veo como la vida se sucede por debajo de mi.
Alcanzo a distinguir un hombre de negocios que camina muy de prisa
Una ama de casa que lleva a rastras a su hijo.
Un adolescente que camina despreocupado fumando un cigarrillo
Un ciclista que pasa a toda velocidad.
Un anciano sentado leyendo un periódico.
Todos ellos gente extraña y prototípica por debajo de mi.
Pero la pregunta regresa como siempre.
¿Quien soy yo?.
¿Solo un observador?.
No vemos a muchos observándolo todo desde el punto más alto.
Ni caminando por la calle notando los detalles.
Nadie ve al que se recuesta un poco en la ventanilla del bus para ver de que se preocupan los demas.
Y si no caigo en ninguna clasificación ¿en realidad existo?.
En mi mente salto del borde.
Y en el instante de mi caída.
Siento como si pudiera volar.
Y encuentro a otros como yo volando a mí alrededor.
Como ángeles que me dicen que no estoy solo.
Cierro los ojos y soy feliz por primera vez.
Un terrible dolor me despierta de pronto.
Abro los ojos y me veo a mi mismo tirado en el pavimento.
De pronto los ángeles son demonios y se alejan.
Y yo también me alejo.
Mientras veo mi cuerpo tirado.
Por fin la gente se reúne a verme y hablan de mí.
Por fin no soy ignorado.
Pero es tarde por que mis ojos carecen de vida.
Texto agregado el 26-06-2009, y leído por 108
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
10-12-2009
si tienes razon estamos en un mundo en donde la gente se preocupa solo por ellos mismos me entanto felicidadez hermoso tienes mad de 5* glosspink
26-06-2009
Muy bueno, Me ha recordado un cuento de alguien que leí y que decía:
"...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias modestas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida".
Noguera
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