Pasan las horas de lunes cualquiera. Estoy tirada en la cama, con un extraño malestar que se apoderó de mí desde el miércoles anterior. Al lado, unos libros, ropa, dos costales llenos de plantas y una botella de gaseosa dos litros llena de agua. La cabeza me da vueltas, tanto dolor me abruma a ratos. Humedezco una camiseta y me la coloco en la cara, para tratar de refrescarme un poco. El celular no para de sonar, no quiero hablar con nadie, ni dar explicaciones de ningún tipo. El apetito se murió, hace días no pruebo bocado, no quiero nada. Una especie de angustia se apodera de mí. A veces imagino que estoy en una cárcel, sola y olvidada por la multitud de personas que suelen rodearme a diario. Paso mi mano por el cuello, me siento caliente y me desespero un poco. Trato de salir pero no puedo, mis piernas, mis brazos no obedecen. Doy unos cuantos pasos, pero decido devolverme a mi cama y tirarme ahí a esperar a que pase el tiempo y con él, el dolor. Intento conciliar el sueño, pero la bulla de los vecinos impiden mi cometido. La “música” suena tan duro que las ventanas de mi habitación vibran cada vez más. Mis tripas suenan, suplicando por algo de comida, busco en mi morral una lata de atún, la abro, pero tan pronto la prueba decido hacerla a un lado. Mis estornudos se hacen más constantes, paso un pañuelo por la nariz y noto algo de sangre. Echo la cabeza hacia atrás y así me quedo durante unas horas. Tocan a la puerta, pero estoy tan débil que ni siquiera me atrevo a ponerme de pie para abrirla. Pregunto ¿Quién es? Y una voz fuerte y muy particular me hace reconocerla enseguida, es el dueño de la casa, debe venir a cobrarme lo del arriendo. Le digo que me de unos minutos, mientras tanto busco entre mis medias unos billetes que tenia escondidos, con eso saldo esa deuda. Conmigo solo se quedan 5000 pesos, justo lo que necesito para pagar el transporte que me llevará al centro médico de la ciudad y de paso ir a reclamar un giro que me llegó desde hace una semana (con eso cubriré mis gastos de lo que queda del mes). Enciendo el pc y veo las fotos del último viaje que hice, me sonrio al recordar algunas cosas, coloco esa canción, una de las de siempre y la dejó ahí para que suene una y otra vez hasta que me quede dormida, pero no sin antes soñar que la estoy bailando con un gran danzarín (:P) ……….. Como usted me quiere a mí la la la la la la la la, como me tratas comadre la la la la la la la la, mejor no me quieras noooooo, la la la la la la la la , prefiero estar en la calle la la la la la la la la