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Inicio / Cuenteros Locales / sydiav / una mirada a episodios de vidas ajenas un pequeño pedazo de la vida de Dina

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Dina se levantó un día y Chuk no estaba a su lado, como normalmente lo acostumbraba. Inmediatamente, comenzó a llamarlo, pero no obtuvo ninguna respuesta. Cuando se dirigió a la cocina para preparar el café de todas las mañanas, lo encontró acostado sobre el sillón de la sala de estar. Parecía algo decaído el pobre y viejo Chuk, pero a Dina le esperaba un gran día, el día en que nacería su primer sobrino. Así que le dio un beso a Chuk, le dejó suficiente comida y la puerta del jardín abierta, dejando fuera de su mente que quizás algo no andaba muy bien.
De esta manera, comenzó un nuevo y emocionante día para Dina. Sin embargo, sin saberlo Dina, le esperaba una larga y dolorosa jornada. Luego de esperar en el hospital y acompañar a su hermana durante la labor de parto, finalmente pudo escabullirse a un balcón y fumarse el cigarrillo que tanto ansiaba desde la mañana. Mientras estaba parada ahí, viendo el paisaje de edificios y carros en pleno tráfico, su mente divagaba por otros rumbos. Temas como la familia, el nacimiento de un nuevo miembro, la importancia de permanecer unidos con la familia, lo sola que se siente a veces si no fuera por Chuk. De repente, se acordó de Chuk, vio el reloj y salió disparada hacia el cuarto de su hermana Sue. “Me tengo que ir, mi sobrino está precioso, te felicito nuevamente hermana linda, vengo mañana” replicó. A lo cual su hermana únicamente asintió con una sonrisa, ya que tenía prohibido hablar por la anestesia de la cesárea.
Dina solía vivir en la ciudad hace algunos años, con su ex prometido, en un lindo apartamento en el centro de la ciudad. Sin embargo, esa es una larga historia, y definitivamente el curso de la vida de Dina ha cambiado muchísimo desde entonces. Dina ahora vive en las afueras de la ciudad, en una casa campestre que está rodeada de vegetación y bosques. No es la única casa en esa área, pero la de Dina está ubicada hasta el fondo de un bello terreno rodeado con una cerca de madera, tal y como nos lo imaginamos en los cuentos. Cada vez que se va acercando a casa en su carro, le da gracias a la vida de haberla puesto en ciertas situaciones a veces un tanto dolorosas y duras, pero que gracias a éstas, ella hoy día tiene la casa de sus sueños y el trabajo de sus sueños, ahhh y sin olvidarnos del perro de sus sueños.

Dina estaba recogiendo el periódico de la mañana que olvidó del jardín, cuando vio que Chuk estaba tirado sobre la grama. No se veía nada bien. Ella corrió hacia su amado perro y se dio cuenta que estaba inconsciente. Chuk, un Golden Retriewer de unas 100 libras, yacía tendido en el suelo de una noche bastante fría. Dina, asustada y con lágrimas en los ojos, corrió hacia el carro y lo acercó lo más posible para poder subir a Chuk al carro. Mientras tanto trataba de llamar a su veterinario, pero no obtenía ninguna respuesta. Entonces decidió no perder más tiempo, tomó a Chuk por la cadera y puso la otra mano debajo de su cuello, lo levantó y metió al carro. De repente se le ocurrió a Dina que no había revisado si su perro aún respiraba o tenía pulso, pero cuando revisaba su pulso, vio que Chuk abría sus ojos. “Ohh gracias a Dios” dijo Dina entre lágrimas. “Te voy a llevar con el vet, ok?”, y le dio un beso en la frente. Cerró la puerta trasera del carro y tomó apresuradamente las llaves y se metió al carro ella también.
En el camino, lo único que se le venía a la mente era “no puedo perderlo a él también, no ahora, no por favor, todavía no”. Dina estaba asustada, temía que su perro de casi 10 años no sobreviviría a este colapso. Hace aproximadamente un año, a Chuck le pasó lo mismo, se desmayó y cuando lo llevaron al veterinario, éste le dijo que el perro tenía un cáncer interno, y que se lo extraerían, lo cual le daría unos cinco años más de vida, a lo máximo. Sin embargo, apenas había pasado un año y ya había colapsado nuevamente.
El veterinario lo revisó extensamente, y le comentó a Dina que el perro se veía sano, que tal vez tuvo uno de sus dolores tan fuertes que le dan, pero que para eso le había mandado unas pastillas la última vez. Aparte de eso, le preguntó a Dina si no había observado que Chuk estuviera triste o decaído, porque eso podría haber influido también en su desmayo. Dina pudo respirar con alivio, pero por el otro lado su cabeza se había llenado de otras miles de dudas con respecto al estado de ánimo de Chuk. “Tienes que subirle el ánimo a tu perro, Dina, o sino el cáncer le puede atacar de nuevo. Acuérdate que las emociones están vinculadas a las defensas, tanto de humanos como de mascotas”.
Dina, en el camino de regreso a su casa, pasó a una licorería. Compró un vino y unos cigarrillos y se subió al carro. También pasó a una tienda para comprarle unas galletas especiales a Chuk. Y así, Dina manejando y Chuk sentado en el sillón de copiloto, agarraron camino hacia casa. Cabe mencionar que Chuk ya iba con mejor semblante, e incluso Dina le podía distinguir una pequeña sonrisa a lo lejos. “Ayy Chuk…., qué nos está pasando? ¿Será que necesitas ver a Nick?, si, creo que necesitas ver a tu padre, a pesar de todo es tu padre. Mañana temprano lo llamo, y veremos cómo lo podrás ver.”
Dos horas más tarde, Dina se acomodó en su área preferida, el porche de su casa de madera. Era un área verdaderamente soñada: lleno de plantas, un sillón, una mesa para cuando hubiera visita, y no podía faltar su escritorio. Pues ella, en esta oportunidad, se sentó en el sillón, y encendió la chimenea portátil. En una mano sostenía su copa de vino tinto y en la otra su cigarrillo, Dina realmente estaba triste esta noche. Aunque por un lado le encantaba la independencia que había desarrollado desde el rompimiento del compromiso con Nick, la mayoría del tiempo quería estar acompañada de él. “Bueno, sólo ha pasado un año y algunos meses Dina, no puedes esperar olvidarlo así de rápido, y sobre todo si no dejas que nadie se te acerque”, se regañaba a sí misma. “Ayy no, y ahora mi perro tiene la depre y lo tendré que llamar, no lo quiero ni ver, qué va a pasar?!!” Dina no había visto a Nick desde que él la buscó unos meses después de su rompimiento para entregarle a Chuk, “es mucho para mí en estos momentos, no puedo cuidarlo tan bien como tú, ha estado muy triste, y creo que estará mejor contigo, si tú todavía lo quieres”, replicó en esa oportunidad Nick. Dina únicamente tomó la correa y las pertenencias de Chuk y se largó sin decir ninguna palabra. Desde ese día, hace más de un año no había visto a Nick, y verdaderamente tan mal no la estaba pasando Dina, ha salido adelante, tiene su casa, su trabajo, buen ingreso, pero uno no lo puede tener todo siempre que quiere y exactamente a la hora que quiere. Así que cuando Dina iba por su última copa de vino, y mientras terminaba de escribir unos cuentos para su libro de fantasía para niños, se dijo a sí misma: “mañana lo buscarás o llamarás y llegarás a un acuerdo con él sobre Chuk, nuestro perro nos necesita a los dos, y estos son sus últimos años de vida!” Dina se retiró a dormir ya pasadas la media noche.
Con una fuerte jaqueca y de un muy mal genio, se levantó Dina al otro día, sabiendo en el fondo que no quería ni llamar a Nick. Esta mañana Chuk sí amaneció a su lado, pero seguía dormido cuando Dina se levantó a hacer el café. Cuando lo llamó, como todas las mañanas, para darle sus vitaminas y pastilla para el dolor, Chuk ni se movió de la cama, así que decidió ir a dárselas a la cama. Su vitamina de hígado lo reanimó, porque Chuk se paró en la cama. “Bueno Chuk, vamos a hacer ejercicio y un poco de Yoga afuera, mira el día está lindo, y no hay mucho frío! Vamos!!” Chuk levantó sus orejas y salió corriendo detrás de Dina. Ambos corrieron e hicieron ejercicio juntos como antes. Luego regresaron a la casa a tomar agua, Dina se bañó y todavía en toalla, estaba repasando en su mente lo que le diría a Nick al llamarlo: “ehh, hola Nick, soy yo Dina, mira tengo que platicarte sobre algo…., no así no, mejor sé breve y concisa, hola Nick, soy Dina, mira cuándo te puedes venir a mi casa o si quieres voy a la tuya, necesitamos hablar de Chuk….sí así se lo diré!!” Dina esperó que fueran las diez de la mañana, se cambió y arregló mientras tanto, y luego salió a su lugar de trabajo en el porche con una bandeja sobre la cual llevaba sus cigarrillos, su desayuno, pan tostado con mantequilla y jalea, y su té con leche, porque trata de no seguir tomando café durante todo el día. Luego terminó de desayunar, agarró el teléfono y marcó el número de Nick. “Hola”, contestó Nick con un tono de voz alegre, pero neutral al mismo tiempo. “Hola Nick, mira nos tenemos que juntar, es sobre Chuk” –“Todo bien con mi Chuk?” –“Pues precisamente por eso te tengo que hablar, así que tú decides, quieres venir a mi casa o voy a la tuya?” –“No te preocupes Dina, llego hoy por la tarde, tipo cuatro, a tu casa, ok?” –“Ok, te veo en mi casa”.
“Eso no estuvo tan mal”, pensó Dina, hasta que se percató que su corazón latía a mil por hora y sentía mariposas en su estómago. “Ahh no, ni te emociones Dina, esto es estrictamente sobre Chuk”.
Esa mañana y parte de la tarde pasaron sin mayor acontecimiento para Dina, fue a hacer una compras de víveres, compró otra planta en el vivero, se dedicó después de almuerzo a regar y abonar sus plantas, y luego se fue a bañar, con el pretexto de que había sudado mucho durante el día, y que tampoco quería recibir a Nick toda sucia y olorosa. Se puso ropa casual, pantalón, zapato bajo y una blusa nueva que no había usado todavía. Se recogió su pelo y maquilló un poco.
Cinco minutos pasadas las cuatro de la tarde, Chuk comenzó a ladrar desde el cuarto y salió disparado hacía afuera a recibir a Nick. Era tanta su emoción, que percibió a Nick incluso antes de que entrara al terreno de Dina. A Dina le emocionó mucho ver a Chuk tan feliz. Dina se paró al final de la gradas, antes de la puerta de entrada a su casa. Estaba un tanto nerviosa, pero con unas respiraciones Yoguicas, se logró tranquilizar. Nick, antes de subir las gradas para saludar a Dina, se quedó parado frente a ella en el jardín, viéndola, fue un instante solamente, pero un instante lleno de amor o de algo que todavía hay entre ellos dos. “¿Qué haces? Mejor pasa adelante, te gusta mi nueva casa?” –Que si me gusta…. Ni en broma Dina, esta casa y el terreno son espectaculares, lo que siempre so so soñaste”. –“Sí, gracias, en eso pensaba hace unos días. Pero siéntate, quedémonos aquí afuera, aquí puse el pichel con fresco, quieres?” –“Sí, gracias. Pero dime por favor, qué pasa con Chuk, yo lo veo muy bien”. –“Ja ja, esto no fue una excusa para verte, créeme. Ayer vine a la casa luego de haber estado todo el día con mi hermana en el hospital, porque tuvo a su bebé, y encontré a Chuk tirado ahí sobre la grama, desmayado. Lo llevé rápido al veterinario pensando que estaba relacionado con el cáncer que tuvo, pero el doctor dijo que no, que posiblemente estaba deprimido, y que encontrara la manera de subirle el ánimo. Pues aquí me tienes, tratando de subirle el ánimo a nuestro “bebé”. Chuk ha estado muy decaído desde hace varios meses, pero ha empeorado esta semana”. –“Muy bien, y qué sugieres, que lo venga a ver más seguido? Acuérdate que donde vivo no aceptan mascotas tan grandes, no me lo puedo llevar”. –“Bueno, no había pensado en eso realmente….sabes, lo que podemos hacer es que vengas los martes y jueves a mi casa por la tarde como a esta hora, porque yo no estoy, estoy recibiendo unos cursos de cocina y de baile, así que encaja perfectamente para que vengas una media hora o una hora a compartir con tu perro, no crees?” –“Tú siempre tan buena negociadora…está bien Dina, todo sea por Chuk, y discúlpame si no me había aparecido antes, pero te sentí tan enojada la última vez que nos vimos, que hasta me asustaste…” -“Si pues, pero no importa, no te preocupes, está olvidado….estamos aquí por Chuk y no por otra cosa”. –“Estás segura Dina?” -“Por supuesto que estoy segura de mis intenciones, bueno y ahora tengo que ponerme a trabajar, todo el día anduve de flojerona, haciendo de todo menos trabajando”. –“Te ves bien Dina, tus ojos como que …. Ay no sé…como que te veo con una fortaleza que antes no tenías…me alegro por ti…y mejor me voy ahora, porque sino me vas a regañar”. –“No, Nick, te iba a decir que por qué no jugabas un rato con Chuk antes de irte”. –“Excelente idea, lo haré, vamos Chuk!!”
Había pasado ya más de un año desde que Dina y Nick se separaron. Estaban a punto de casarse y todo iba muy bien hasta que se empezaron a pelear cada vez más por el tema de la “boda” o la “luna de miel”, encontraban cada vez más contradicciones, y Nick se empezó a distanciar emocionalmente de Dina, hasta que debido a una pelea bastante fuerte, porque Dina encontró a Nick algo borracho en un bar con unos amigos y “amigas”, a duras penas dos meses antes de la boda. Dina se enojó bastante e inmediatamente canceló la boda, porque sentía que ni él estaba preparado para casarse así como tampoco lo sentía que estaba ella misma. De esta manera, esa misma noche cuando llegó Nick a su apartamento, tal vez unas dos horas después de haberse encontrado con Dina, ella lo sentó y le explicó cómo se sentía y que se cancelaba la boda, y por supuesto le devolvió su anillo. Para Nick esta noticia le hizo bastante daño, pero era más su orgullo el que subsistía en esos momentos, así que tuvieron otra pelea algo fuerte. Dina empacó sus maletas, y se fue del apartamento a la casa de su hermana. Solamente, dos meses después fue que Nick le entregó el perro a Dina, porque sus jornadas de trabajo y el apartamento en el que vivía le complicaban que Chuk se quedara con él.
A ambos les costó adaptarse a esta nueva vida de solteros, mientras habían estado juntos anteriormente unos cinco años. Sin embargo, aunque al principio fue algo difícil, sobre todo para Dina, ambos salieron adelante solos. La interrogante ahora era si sus vidas se cruzarían nuevamente, como ya habían empezado a hacer con el tema de Chuk. Quién sabe si un perro percibe la verdad mejor que los seres humanos….esto está por saberse.
Una semana después de la reunión que tuvo Dina con Nick, nuevamente se volvían a encontrar. Era día martes, y tal y como prometió Nick, ahí estaba a las 4.30 p.m. Chuk salió nuevamente disparado a buscar a su amo, y se pusieron a jugar en el jardín. Dina estaba escribiendo en su usual lugar de trabajo, el porche y por ser la primera vez que llegaba Nick, decidió no asistir a sus clases de cocina. Ella levantó la mano en señal de saludo hacia Nick, y él hizo lo mismo con la sonrisa media luna que le encantaba a Dina. Pero Nick no se atrevió a subir a la casa a saludar a Dina, él no quería que ella pensara mal. Mientras tanto, Dina seguía trabajando, y de vez en cuando levantaba su mirada para ver qué hacía Chuk y Nick. De repente, en una de esas miraditas, se dio cuenta que Nick le puso el collar y la cadena a Chuk y se habían ido a pasear en dirección al bosque. “Tal y como siempre lo soñé….pero juntos…” murmuró Dina con un gran suspiro. Nick también estaba algo melancólico. El simple hecho de pisar la casa de los sueños de Dina, aquella casa con la que habían soñado juntos, ese gran jardín, los alrededores, en fin todo lo hacía sentir triste, sobre todo lo bella que estaba Dina y lo independiente que se había vuelto. Ahora el perro que ellos tanto quieren estaba resentido por su separación, y pues él tenía que ayudar, porque lo amaba mucho, a pesar de haberlo dejado con Dina sin visitarlo por un año.
Cuando Nick venía caminando de regreso con Chuk, Dina los observaba de reojo desde su escritorio en el porche. Así también Nick observaba desde lejos a Dina, ahí sentada frente a su computadora, escribiendo, con sus nuevos lentes de ver, y entonces PUM, ahí fue cuando realizó que Dina es la única mujer con la que quiere estar, fue como un sentimiento súbito que le explotó por dentro, y esta vez él no quería seguir conteniendo este sentimiento. Así que le quitó la cadena a Chuk, y empezó a correr a toda velocidad hacia Dina. Por otro lado, Dina estaba ahí viendo todo y era como que casi le pudiera leer la mente a Nick cuando empezó a correr, así que ella se paró, saltó las gradas y corrió en dirección hacia Nick también. Cuando estaban frente a frente, ambos con los ojos a punto de derramar lágrimas, se pidieron perdón, se besaron y se abrazaron. Lo único que Nick dijo fue: “Nunca más mi vida, nunca más me voy a separar de ti, lo siento”. Aunque suene increíble y casi imposible, pero Chuk ladraba de alegría y se paró en sus dos patas y los empezó a besar a ambos….para qué seguir contando….
Y así, una parte tan pequeña de la vida de dos personas y un perro quedó marcada sobre papel, y no sabemos aún si tendrá un final feliz, pero eso igual sólo existe en los cuentos de hadas, en la vida real, esta fase de la vida de esta familia terminó muy feliz, y probablemente ellos lucharán para que se quede así casi toda su vida. Gracias por leer!


Texto agregado el 26-06-2009, y leído por 118 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
17-07-2009 Se lee como un diario personal. Emotiva historia, amor cubriendo todos los espacios...y esa mascota, sí que es cupido... margrave
29-06-2009 Thanks por tu comentario y si estava algo nostalgica gracias. Marielareader
27-06-2009 Amiga de Guatemala, pais bendito que es mi gran amor despues de Honduras. Amo Guatemala y sus costumbres, amo su gente y su vida cotidiana. Vos comentaste una de mis narraciones: "Era la sangre de Carlos". Me dijiste que debia seguir la trama; yo no entiendo mucho de terminos literarios. Me podrias decir a que te referias por favor? Sydia Vanjo me gustaria saber de que lugar de Guatemala eres. Hasta Pronto EverM
 
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