LOS TANQUES
No es que sea un cobarde pusilánime ni que me haya sentido asustado por ese asunto. Lo que màs rabia me daba era que me hayan tomado por estùpido esos Jefes siempre pendientes de quedar bien con sus superiores y que me hayan elegido a mì, que era el màs nuevo en la oficina.
El asunto era muy delicado, lo reconozco, sobre todo porquè sucediò en la època de la dictadura militar.
Yo, recièn me instalaba en la oficina de Comercio Exterior de ese banco oficial y uno de los jefes se aproximò a mi oficina y dijo:
-A ver si podès resolver esto, sobre todo nos interesa tu opiniòn.
Luego de finalizar lo que estaba haciendo, distraìdamente me puse a hojear la carpeta.
-¡ La Puta! –Me dije - ¡Esto es muy gordo!
Se trataba de una operaciòn de exportaciòn por cincuenta millones de dòlares.
Pero no era de productos conocidos de exportaciòn como producciòn primaria o productos elaborados, - ¡Era la exportaciòn de cincuenta tanques de guerra
TAM10¡
Confieso que un escalofrìo me iniciò en el cuello y fue bajando lentamente por la columna.- ¡Esto no es moco de pavo, como decìa mi abuela!,- me dije.- Acà hay que analizar bien la cuestiòn.
Primero me detuve en analizar el destino de los tanques. Panamà
-¿Desde cuando Panamà tiene fuerzas militares poderosas?- me preguntè.
Luego me detuve a analizar quienes eran los exportadores, eran tres, pero al revisar la guìa de exportadores ninguno de ellos figuraba como autorizado para hacerlo.
Luego el anàlisis de sus patrimonios descubrì que pràcticamente estaban en bancarrota.
No mirè màs, tomè la carpeta y me dirigì resueltamente a la oficina del jefe.
-¿Què mierda me has dejado, con esto, lo analizaste tù?
-Si lo he visto, pero el capo quiere que seas tù quièn lo resuelva, me contestò.
Realmente me puse furioso. -¿Què pretende? ¿ Està loco?
Mira, me dijo, parece que tras este asunto hay personas muy importantes, yo te aconsejo que lo estudies bien.
-¡Pero esto, es inviable, acà no hay mucho que analizar!
El jefe hizo un gesto abriendo sus manos. Tomè la carpeta y volvì a mi oficina.
¡Esto va a dormir!, - me dije.
No durmiò mucho tiempo, tres dìas despuès despertò.
-Hay unas personas que quieren hablar con usted me anunciò la secretaria.
Aparecieron los interesados.
-Nos hemos informado que usted esta a cargo de resolver la exportaciòn, dijo uno de ellos muy bien vestido y acicalado. No es que intentemos influìr en su decisiòn, acotò otro de zapatos brillantes peinado a la gomina, solo queremos anticipar cual importante es para el Paìs que esa operaciòn se realice por el ingreso de divisas. Y ademàs dijo el tercero, un hombre demasiado obeso, la importancia que
crea fuentes de trabajo y al ser una exportaciòn no tradicional abre perspectivas futuras en el mercado.
-Todo eso lo tengo en cuenta, respondì
-Esperemos que asì sea, dijo el engominado, miràndome fijamente a los ojos.
Cuando se retiraron recordè esa canciòn que interpreta Juan Manuel Serrat que dice:
¡Entre estos tipos y yo, hay algo personal!
Durante los siguientes dos dìas la carpeta siguiò durmiendo su sueño en el cajòn de mi escritorio hasta que un llamado telefònico la despertò de su letargo.
-Le llamaba por la exportaciòn de los tanques.
-¿Quièn habla?
-Eso no interesa.
-Si no se identifica no tendrà ninguna informaciòn.
-Mire señor, le advertimos que tras esa operaciòn hay gente muy importante interesada y pareciera que usted no se ha dado cuenta o està demorando demasiado en resolver este asunto.
-Si no se identifica voy a cortar la comunicaciòn.
-¡Si usted corta, lo tomaremos como un acto subversivo, asì que, usted sabrà las consecuencias de ello.
Cortè.
Una gran sombra de preocupaciòn me invadiò en toda mi humanidad.
Esa noche me encontrè con un amigo a tomar unas copas. Al verme la cara me preguntò sobre los motivos que me preocupaban y le contè con lujo de detalles lo que las ocasionaban. Êl me hizo ver otra òptica del asunto, me alertò sobre el destino de las armas sobre todo que Panamà era solo una pantalla, y que seguramente el real destino sea Croacia, Irán o Irak, paìses que estaban en guerra y que los interesados no eran los supuestos exportadores, eran otros, de los que nunca sabrè sus nombres y seguramente eran personas ligadas a èstos que cobrarìan suculentas comisiones, por la labor de figurar al frente.
-Lo que podès hacer –me dijo –es fotocopiar todo y depositarla en algùn lugar con instrucciones de que si algo te pasa se presente de inmediato a la Justicia.
-¡Pero si la Justicia està manejada por estos tipos! – le dije.
-Entonces a los medios independientes.
-¡Flor de quilombo!
-Tambièn hacelo saber a tus superiores màximos para que compartan tu responsabilidad, aunque tengas que pasar por arriba a los jefecitos, que seguramente estaràn comprados.
-¡O.K.!
Al dìa siguiente me dirigì resueltamente al despacho del capo màximo y solicitè hablar con èl en forma muy urgente. Me atendiò amablemente, me hizo sentar en uno de sus mullidos sillones y me ofreciò cigarrillos tras lo cual yo relatè los acontecimientos que se habìan producido con relaciòn a este asunto. Y cuando esperaba una palabra de apoyo, aliento y respaldo, sus expresiones me desorientaron.
-¿Te gustan las mujeres?
-Sí, por supuesto. ¿Por?
-Esta gente, mañana ofrece una fiesta con todo, y digo con todo, en un campo de su propiedad cercano a la capital, asì que, si quieres puedes acompañarme y veràs que tus temores estàn infundados, que no son malos tipos, solo son muy interesados.
Me parè.
Dije - ¡Disculpe!
Salì de ese despacho asqueado sintiendo la peor repugnancia por el tipo.
Esa noche, el gobierno militar claudicò, llamò a elecciones.
De la exportaciòn de tanques nunca màs se hablò.
Creo que debo agradecer a la Democracia no haber integrado la lista de los treinta mil desaparecidos.
Copyright ©: Carlos Josè Dìaz Amestoy
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