El secreto
Existió una vez un bosque enorme y maravilloso, lo distinguía de entre todos los bosques que existían en esta región un árbol enorme, se decía que podías llegar al cielo si lograbas llegar a la punta pero no se conocía a nadie que lo hubiese conseguido, este árbol era único en su especie, no era como todos, ni el color era igual, este era azul, de un azul celeste maravilloso. Se encontraba en el centro de un pueblo llamado Blees, era una comunidad bastante curiosa, en ella habitaban hombres y mujeres de distintos tamaños y especies, gente muy trabajadora y responsable pero no por eso amargada, al contrario son de ese tipo de personajes que conviven en una paz absoluta, los viejos se encargaban de dar consejo a los demás, y eran escuchados, por su experiencia, mas que por creer que saben mas, también una de sus labores principales era la de contar la historia de su lugar a los mas pequeños, ellos decían:
“ Se dice que el primer ser que habitó ahí llegó porque la sociedad de la humanidad lo despreciaba por su estatura se reían de él y jamás lo aceptaron, así que salió en busca de un lugar donde nadie fuera así, donde encontrara su paz y su hogar, así que caminando y caminando llego a la cima de este monte donde habitamos y encontró a este árbol tan majestuoso, el cual conocemos hoy como EL DARA.
Lo vio y quiso saber que se veía desde la cima así que comenzó a trepar y pasaron días y noches enteras y el pequeño hombrecito seguía en su lucha, y pasaron días y noches y no llegaba, un día se cansó y se quedo dormido, después de mucho tiempo de no hacerlo, pero se quedo dormido tanto tiempo que su barba creció y creció a tal largo que llegaba al suelo otra vez. Cuando Blees, el creador, despertó no tenía fuerzas para seguir y pensó que ese árbol llegaba al cielo, así que bajo y a los pies de ese árbol azul celeste, construyó una casa esperando que un día alguien quisiera intentar subir el árbol y el vería y esperaría para ver si lo lograba. Pues así pasaron muchos años y llegaban y llegaban personajes que habían visto ese árbol de lejos y llenos de curiosidad iban a verlo de cerca y así llegaban familias enteras, misioneros, aventureros, rechazados, niños, jóvenes, maduros y viejos, así fue como poco a poco se creo el pueblo que lleva el nombre de su iniciador y ahora vivimos en este lugar.”
Ahora todos sueñan con llegar a la meta, cada primavera los jóvenes comienzan a subir para llegar a la cima pero llegaba el invierno y bajaban sin haberlo conseguido, pero al llegar al suelo contaban lo maravilloso que se ve todo. Algunos comentan se puede ver el mundo entero, otros juran que se pueden sentir las estrellas en las manos, que casi tocan a la luna.
Pronto llegó la semana en que se iniciaría una nueva travesía ,en ese tiempo llegaron tantos seres que casi no se caminaba bien, en el ambiente existía ese aroma de competencia, de sueño, de concentración, pero todos tenían en sus rostros una sonrisa de saludo para cualquiera.
Los niños jugaban alrededor del árbol azul, pero este era tan grueso que al dar dos vueltas tenían que sentarse bajo su gran sombra para tomar aire y seguir jugando, jugaban a que ellos ya subían por El Dara; los ancianos, preparaban la ceremonia de ascenso, el árbol era tan importante para los habitantes de Blees, que el subirlo era todo un evento sagrado. El resto de los habitantes ayudaba a los preparativos, a los participantes extranjeros a instalarse en el pueblo y otros mantenían sus actividades normales en el pueblo.
Al fin el día del ascenso llegó, todos se sentaron alrededor de El Dara, la Luna tenia forma de uña, las estrellas daban un toque de luz al árbol celeste, que hacia que sus hojas se vieran como estrellas jóvenes que se podrían tocar y guardar en una caja. Estaban todos presentes, desde el recién nacido, hasta el mas anciano, el cual era el encargado este año de encender las antorchas del camino al cielo, y de presidir esta ceremonia tan importante para todos. Al terminar su primera labor de esa noche, comenzó a contar la historia de la creación de Blees, como se hacía cada año. Todos escuchaban con atención y admiración a Tay, nadie hablaba todos escuchaban al ser de experiencia que acaba de cumplir 147 años, el hombre hablaba tan sereno y tranquilo que no se notaba la presión que sentía en el pecho, al principio el mismo Tay creía que era de emoción, hasta que después se dio cuenta de que era un dolor sofocante, pero resistió esa molestia durante toda la ceremonia. Después de hablar y explicar la importancia de conocer su historia y estar bien enterados de que no era una carrera contra otros sino que era un reto con uno mismo, como lo hizo su iniciador y de que aprendieran que no era llegar a la cima, sino saber hasta donde pueden llegar, se sentó como todos alrededor de El Dara.
Se escuchaba solo el viento entre las hojas; después de unos segundos de silencio, los participantes se levantaron, tomaron sus maletas pequeñas con provisiones necesarias para subsistir hasta que se acostumbraran a comer lo que hubiese en el árbol, se las colocaron en la espalda, algunos se despedían de familiares y amigos que los ayudaron a prepararse para el ascenso y se acercaban a las primeras ramas bajas. Los niños les deseban suerte y ellos comenzaron a subir. Después de unos minutos solo se alcanzaban a ver unas sombras a través de las ramas.
El resto de los habitante regresaban a sus casas, pero un sonido de entre los arbustos los hizo voltear y escucharon un grito:
-¡Esperen, por favor, esperen!-.
Todos voltearon su mirada y observaron una pequeña criatura de tez violeta, de complexión delgada pero firme y de una altura media, corría hacía el pueblo. Tay la alcanzó en su camino y con una voz suave y preocupada, le pregunto:
-¿Qué te ocurre pequeña criatura?-. La tomó por los hombros.
-Disculpe la tardanza, mi nombre es Roséela, soy parte de la pequeña aldea Mariau, que está en la isla de las flores curativas y vengo a intentar subir hasta la cima del legendario Dara, como sucesión de la tradición de las mujeres de mi familia y como reto propio-.Tomó un poco de aire para seguir hablando-. Lamento la tardanza, realmente quería llegar días antes de la ceremonia para analizar y estudiar mi reto, pero me fue imposible, una de las ancianas de mi tribu ha muerto y era mi obligación velar su lecho de muerte hasta saber que realmente se había marchado ya, le pido una disculpa, si usted considera que ya no es oportuno empezar el camino, volveré en un año- Y Roséela espero una respuesta del hombre que con paciencia y una sonrisa la había escuchado atentamente.
-No te preocupes Roséela cualquier segundo es bueno para empezar- Dijo Tay y después dio, por impulso, un abrazo a la criatura, que comenzó a elevarse con agilidad entre las ramas.
Roséela empezó su ascenso pero sin apresurarse, ella sabia que no debería esforzarse o si no se cansaría pronto y se desesperaría, sin embargo no tardó en alcanzar a sus compañeros de reto y así como los fue alcanzando los rebasaba a pesar de que no iba con rapidez. Así pasaron días enteros, noches frías y soledades inmensas.
Después de 6 meses de iniciado el reto comenzaron a llegar al pueblo varios de los participantes diciendo que el martirio de no pisar tierra firme era demasiado para ellos, otros decían que no tenían aun la condición para seguir subiendo, unos mas que extrañaban ya demasiado a sus familias y que no podían mas, si embargo ninguno se sentían derrotado o un perdedor, por el contrario, se sentían bien pues ya habían dado el primer paso que era aceptar el reto y llegar hasta donde su potencia física y mental les permitió. Y así como bajaban y decían lo que habían sentido y experimentado, así se fueron a sus lugares de origen, pero unos otros se habían encariñado tanto con la gente linda de Blees que decidieron quedase y aprender mas, creyendo que el reto no era llegar sino descubrir las cosas maravillosas que debían valorar mas.
Mientras el anciano Tay le daba la bienvenida a tierra firme a los participantes esperaba en su corazón no ver llegar a Roséela, ya que en ella veía algo familiar, le recordaba que en su juventud conoció a una mujer de la misma isla de donde venía Roséela y que esa mujer le enseño los placeres del amor, por eso el tenía cierta esperanza en la chiquilla que llegó tarde, pensó que tendría la misma fortaleza que esa otra mujer.
Mientras todo eso pasaba en el pueblo, en la copa de El Dara se vivía una lucha de los participantes en contra de si mismos, de sus necesidades, sus instintos, su propio cuerpo a veces los traicionaba pero era mas fuerte su poder mental para inhibir sus delirios; entre los participantes restantes ya se había logrado una comunicación, después de seis meses ya era necesario entablar una conversación con otro ser, platicaban de sus lugares de origen, de sus principios, de sus motivos para intentar llegar al final; cada uno tenia diferentes motivos, unos por tradición, otros por reto, unos mas por curiosidad o necesidad de probarse ser mejores que los otros.
Así pasaron otros 3 meses y ya solo quedaban 5 participantes de 30 que habían iniciado, entre ellos solo eran 3 hombre y 2 mujeres, de carácter fuerte y con sus principios bien clavados, entre ellos destacaban 3: Meliss, una dama heredera a el gobierno de el bosque de ensueño; Farihd, un chico humano que no creía que otros seres diferentes a él fueran menos y Roséela, la última chica en llegar, ellos tres demostraban mas empeño, mas interés, mas disciplina, hasta mas deseos de llegar que los otros dos. Y así fue que al finalizar el mes en el que solo quedaron 5 terminaron siendo 3, los ya mencionados Meliss, Farihd y Roséela.
Entre ellos existía algo mas que un compañerismo, se había empezado a crear una verdadera amistad en la que se deseaban lo mejor, pero al mismo tiempo cada uno tenia su sueño de llegar mas lejos que los restantes, de hecho llegó el momento en que se rompió la fuerza y Meliss dijo:
- Para que seguirnos esforzando, mejor bajamos juntos y decimos que logramos llegar hasta la cima, total nadie se enterará de si eso es cierto o no-.
Y Meliss calló esperando la respuesta de sus compañeros. Pero nadie dijo una sola palabra ni nadie se movió de su lugar hasta la mañana siguiente, cuando al despertar Meliss se encontró a solas con Roséela, puesto que Farihd había empezado su jornada de ascenso desde antes que volviera a amanecer. Cuando las dos chicas se percataron de eso, Roséela tomo sus cosas y se disponía a seguir en su propio inicio, hasta que Meliss le preguntó a donde es que iba, a lo que ella contestó con una cara muy seria:
-Alcanzaré a Farihd y por cierto creo que tu idea de anoche fue muy baja, no es solo engañar a los demás, el decirles que has llegado a la cima y hacerles creer que eres mejor que ellos, también es engañarte a ti misma, entonces dime ¿ de que a servido todo el tiempo que ya llevas aquí, si de todas maneras no pensabas hacer las cosas correctamente, de que te ha servido rebasar a tantas personas si no tenias el verdadero deseo de lograr el reto, ha que has venido? Yo te diré la respuesta, tu solo has venido a burlarte de ti misma, de todos, yo te admiraba, de hecho tu lucha diaria era la que me hacia seguir adelante, pero ahora me mueve el no ser como tú-.
Diciendo esto, Roséela comenzó a subir mientras Meliss comenzaba a bajar, con la idea de decirles a todos que ha llegado a la cima y con el deseo de ser adorada y ser el modelo de muchos.
Farihd no había avanzado mucho, incluso había logrado escuchar las cosas que Roséela había dicho y la espero para seguir hasta donde aguantaran juntos. Roséela no tardó en encontrarlo sentado en una gruesa rama, con esa sonrisa que caracterizaba a ese ser humano, el cual al verla frente a él no tardo en felicitar sus palabras y alagar sus principios, ella sonrojo sus mejillas y le propuso seguir hasta el anochecer, así lo hicieron. Y así siguieron subiendo de día y descansando la mitad de la noche, durante otros 3 meses, solos ella y él, él y ella.
Y en este tiempo en que ellos seguían esforzándose, Meliss llegó al pueblo con el cuento de haber llegado a la cima y diciendo que eso no era nada espectacular, solo se veía mas alto, ni cerca tantito de las estrellas, esto llego rápidamente a los oídos de Tay, quien fue a saludarla, ella repitió lo que a todos decía y él le dijo:
-Me decepciona que ni siquiera te tomaras la molestia de inventar algo mejor, si realmente hubieses llegado no estarías aquí, porque tú no amas a este pueblo, porque tú no eres de aquí-.
Diciendo esto, Tay se retiró a su casa, sobra decir, bastante molesto.
Los habitantes de Blees se quedaron bastante aturdidos y Meliss no tubo cara para sostener semejante mentira y en seguida partió al bosque del cual no debió de haber salido nunca. Todos llegaron a la casa de Tay con la necesidad de saber el porque de sus palabras, ya que él jamás había hablado así a nadie, él contestó:
-Lamento no haber sido sincero con todos pero si se los decía no se esforzarían en subir, El Dara no es un árbol común y no por su tamaño o color, sino por la magia que encierra, cuando alguien logra llegar a la cima lo primero que ve es así mismo con el esfuerzo que hizo al subir como si fuesen rocas en su espalda, después cuando él entiende lo grandioso que acaba de conseguir inmediatamente piensa en lo que ama, en lo que desea, en lo que extraña y la magia del árbol lo transporta a ese lugar, junto a esa o esas personas que ama, por eso si Meliss hubiera llegado no estaría aquí, puesto que ella solo se ama a si misma y al poder que tiene sobre su pueblo, ahí hubiese amanecido.-
Al hacer un silencio, un joven le pregunto que como lo sabía, a lo que contestó:
-Yo lo sé, porque en mi juventud yo llegué a la cima, pero amaba tanto a este pueblo y a su gente, que regrese aquí con ustedes y para ustedes-.
Los habitantes se quedaron bastante sorprendidos y regresaron a sus casas, pensando si aquellos dos integrantes que faltaban por bajar habrían ya llegado a la cima, si habrían vuelto a sus pueblos o estarían en otro lugar, incluso Tay se desvelaba pensando si esa muchacha de aire familiar habría llegado a la cima o si todavía se esforzaba junto con el joven humano en seguir hacia el cielo, nadie lo sabía. Muchos los esperaban diario a su llegada, pero así habrían de quedarse toda la vida.
Tay murió poco después de revelar su secreto, sin imaginar que ellos, Farihd y Roséela, hacia mucho que ya habían llegado al final, pero era tanto su amor y su pasión hacía los magníficos olores, colores, sabores y sensaciones que El Dara encerraba que estaban destinados a seguir en él, subiendo de día y descansando la mitad de las noches, juntos ella y él, él y ella, para siempre.
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