En el barrio Fledes, todos estaban contentos siempre, desde los fines de samena hasta lunes a viernes. Sólo una persona del barrio no era feliz, se llamaba Juan, pero los lunes, los miércoles, los jueves, los viernes, sábados y domingos estaba contento, nada más los Martes se enojaba, era un caso extraño, todos los vecinos dudaban de él, sospechaban...
Un día, su vecino del frente, Rodolfo, se preocupó tanto por el caso de Juan que llamó a un detective. El jueves, Rodolfo y el detective fueron con Juan, para hacerles unas preguntas.
(Detective): Hola, soy Fede, seré directo: ¿Por qué está los martes tan enojado?
Juan no contestó y los hecho de la casa a los dos. Esa misma noche, Rodolfo y el detective pensaban que pasaba con Juan, pensaban, pensaban, y pensaban, hasta que.
(El detective): ¡¡Claro!! El martes a la mañana vamos a ver la vida de Juan, algo le tendrá que pasar.
Y así fue: pero pasaron dos horas, y nada, todos hacían algo excepto Juan: La vecina puso un pastel recién honeado en la ventana; el vecino intentaba cambiar una lámpara con la escalera; y el otro vecino estaba sacándole un juguete que el perro lo tenía en la boca, todo lo mismo de cada martes...
(Detective): Bueno, basta, ridámonos, no funcionará.
En ese momento, el perro soltó el juguete de una, el vecino salió para atrás, se chocó contra la escalera, la escalera, junto con el otro vecino se cayó, le dió al pastel, que se cayó justo en la cara de Juan.
(Detective): ¡¡Bingo!!
Desde ese momento, le avisaron a todos y nadie hizo lo mismo los martes.... y Juan, jamás se volvió a enojar... |