El dia en que decidí dejarlo sabia que no lo hacia para siempre. Creo que dije en voz alta las palabras concretas como para que todos se creyeran que ya no sentia ni la más minima tentación de caer.
Era inutil, incluso cuando tenia la mayor calma su reflejo me seguía. Mis pensamientos me declaraban adicta, pero adicta a que?
Nadie contestaba mis preguntas y por eso decidí callarme y guardarme todo eso para mi diario y yo. Cada vez mas introvertida, no habia quien me pudiera quitar de la boca lo que realmente pasaba. No confiaba en ningun amigo, en ningun psicólogo de turno, en ninguna botella medio vacia... Tan solo me sentia bien cuando volvia a recaer.
Lo que para todos era la autodestrucción para mi era la única forma de sentirme viva. Ya no juzgaba a nadie, tan solo me encerraba en mi cabeza y dejaba ver en mi rostro una leve sonrisa.
Pocas personas pudieron ver en mi alguna pista de que no todo iba bien, de que algo realmente amargo se ocultaba en mi interior. Lo curioso es que cuanto más me acercaba a las personas, estas parecian más ciegas.

Despues de un tiempo, cada vez que volvía a recaer ya no pedía ayuda, ya no se lo decia a nadie. Tan solo me conformaba con encerrarme en la ducha y dejar que el agua caliente me quemara.