Y todo está allí,
estático.
Todo pasa tan rápido que no alcanzo a darme cuenta.

¿Qué es el tiempo?
Es el movimiento que aumenta o disminuye acomodándose a nosotros mismos.
A veces tan lento que desgarra de a pocos nuestra alma,
como si quisiera encerrarnos en su centro y mantenernos allí,
como un sabio maestro buscando la comprensión.

Aliado a los recuerdos que al contrario de él pasan y pasan tan rápido: Proyecciones en la mente. Una tras otra. Se intercalan,
el tiempo es entonces: una fábrica de imágenes.

Cuando queremos en cambio que un momento dure y dure, que sea eterno,
parece que se encogiera a propósito y sin mas ni mas cuando abrimos los ojos se ha ido todo...

Y no regresará si no hasta que el papel se invierta y ya no queramos verlas más.
Ahí entonces vuelve y comienza el ciclo,
esas imágenes grabadas en momentos cortos,
se expanden en la mente en los momentos largos
y todo cambia.

El sentir es distinto,
ya no son las maripositas revoleteándote las que están allí,
ahora es un sabor amargo que te aprieta la garganta y te ulcera el vientre
quitándote toda gana de mirar al frente.

Despierto entonces,
y no se si la habitación a crecido o soy yo quien me estoy encogiendo...
las paredes altas se abalanzan una tras otra sobre mí,
las manos que protegen mi rostro no son suficientes ya.
Y me siento pequeña e impotente
sin poder salir corriendo,
sin querer quizás.

Y la oscuridad se hace espesa y nubla la venta que esta en frente...
Y me pierdo entonces, desapareciendo la única salida visible que a lo lejos tengo.
Y realmente llega el miedo.

Porque tengo que encontrarme a mí misma
Para pedirme ¡Auxilio!
Pero lo único que escucho es un eco que retumba
y que regresa como espadas afiladas que agrietan mis timpanos.

De pronto solo floto en la interminable oscuridad...