En el preciso instante en el que el ruido cese me decidiré , me pondré de pie, tomare tus bellas manos entre las mías, posare mi rodilla izquierda en el suelo al lado de tu silla; mirare esos hermosos ojos azules que me enamoraron, besare la superficie de tu mano derecha y pediré que el destino, la suerte y tu voluntad acepten mi proposición; sacare del bolsillo la cajita negra que me dieron en la joyería en el cual puse el anillo de la abuela y preguntare lo que quiero preguntarte hace tres años. Serás mi esposa por fin lo serás, lo sabré tan pronto termine este ruido que no me deja hablarte; por que será que dura tanto?
En aquel preciso instante un hombre se levanta sacude el polvo de su ropa y se queda mirando con la boca abierta como arde el restaurante de enfrente.