Al volver en si solamente podía sentir la sangre brotando de sus heridas, logro abrir los ojos después de conseguir que las pestañas se separaran y no podía ver nada mas que un reflejo cegador e imágenes toscas que conforme pasaba el tiempo iban adquiriendo sus formas, el molesto zumbido en sus oídos iba progresivamente convirtiéndose en el los gritos de una iracunda muchedumbre que lo señalaba y que sin llegar a entender lo que decían se notaba que eran frases llenas de odio y desprecio.
Quienes lo tenían en esa precaria condición, al reparar que había recuperado el conocimiento, volvieron a golpearlo en la costillas con tanta fuerza que el dolor lo obligo a encoger sus piernas y llevarse las sangrantes manos al vientre. Con la conciencia volvía el miedo, el pánico y la impotencia, si solo hubiera podido escapar, esfumarse, desaparecer... Abruptamente el molesto ruido de la multitud se silenció y los guardias que lo tenían sometido irguieron sus cuerpos y muy marcialmente recogieron sus armas contra si.
Llego el momento, aquel personaje que tan importante parecía indagaba sobre la presencia del moribundo quien fue alineado junto a otro que sin encontrarse en tan difícil situación era también presa del pánico. Luego de largas deliberaciones el hombre vestido de blanco que se llevaba con frecuencia una copa de vino a la boca sentenciaba a muerte tanto al ratero como al rebelde, al hombre de pensamiento peligroso auto denominado "Rey de los Judíos"... el corazón del nazareno empezó a latir como nunca antes lo había hecho, parecía reventarse en cada latido, sus manos temblaban y sus ojos no podían contener las lagrimas que como un río brotaban de sus cuencas, sentía que debía haberse medido en sus declaraciones, que si solo pudiera volver el tiempo atrás haría todo lo necesario para no perder la vida pero mientras esos sentimientos de terror y arrepentimiento ocupaban su golpeada y atontada cabeza al hombre de blanco se le sugirió que seria noble y muy apropiado perdonarle la vida a uno de los condenados, el motivo: una celebración religiosa local; Al entender lo que sucedía el nazareno alcanzo dibujar una media sonrisa y es que si alguno debía salvarse definitivamente habría de ser el, aparte de algunas polémicas declaraciones y acciones apenas controvertidas el no había robado nada ni era un criminal.
Luego de conceder esa gracia y al no querer tener la responsabilidad de escoger cual seria el que debía vivir, el hombre de blanco dejo a voluntad de la multitud la difícil decisión, una vez mas Jesús entendió que tenia ventaja sobre el ratero, esta vez se acerco al oído de su compañero de infortunio y susurró, "tranquilo, orare por ti, morirás en paz"... terminaba Jesús de decir esto y la gente ya Gritaba "Barrabas Barrabas Barrabas" Sintió como todo su cuerpo ardía y helaba al mismo tiempo, volvió a sentir el mismo zumbido en sus oídos pero esta vez victima de un ataque de miedo, "Me jodí" pensó para si mismo... quería correr pero sus pies no le respondían, veía todo pasar frente a sus ojos tan despacio y el zumbido desaparecía para dejar escuchar nuevamente "Barrabas, Barrabas, Barrabas"...