Nunca esperé que fueses tu quien me ofreciese el amargo cáliz de la traición. Por eso bebí de tu dorada copa. El primer trago amargó. Me quemo el alma. Cerró mi corazón. Con los siguientes me olvidé de ti. Ahora me piden que te perdone. Que a ti también te dolió. ¿Pero como perdonar a alguien que nunca existió?. No quiero mas vino amargo. No mas copas doradas. Ni libaciones envenenadas. Ni días soleados, sin sol.
Texto agregado el 23-06-2009, y leído por 190 visitantes. (7 votos)