En el lindero del bosque ,donde estrechan el paso unos matorrales espesos, aguardas, tu pata en el cepo. La piel y el músculo cortados hasta el hueso. El trampero dejó aquí su huella y no te matará, aún no.Tu destino aún no sella, pasa junto a ti, una y otra vez
con dulces palabras y un poco de agua… espera, te surrura entre caricias, yo soy tu libertad, conmigo se acabará tu dolor, espera. Marcha el cazador a su refugio y así te deja, esperanza y dolor sabiamente vertidos. Y pasa un día y otro, el cazador vuelve de vez en cuando y te consuela: aún no, aún no puedo, pero sabes que te liberaré, sabes que yo traigo lo que tú deseas. Tu comida sale de mi mano, tu consuelo de mis labios, espera, un poco más, sabes que te quiero y que volveré a por ti… Y pasa otro día, y otro… y más visitas y más dulces palabras vertidas, y más promesas mientras tú te marchitas, mientras aprendes a lamer la mano que te acaricia, mientras aprendes a necesitar su compañía…
Te he encontrado, he visto tu mirada aterrada ante mi presencia, ¿como huir si estás atrapado? ¿Dónde está tu consuelo ante mí, lobo gris de fría mirada? La furia bulle en mi corazón, aún palpita mi vieja herida. Temes mi ira, la decisión del predador ante su presa. Pero no es en ti donde nace mi cólera, no adviertes que no es hambre lo que acucia mi alma. Te miro atrapado y quema mi mutilada pata. Aún recuerdo mi propia tortura, mis noches en vela, mi propia espera. Mira mi pata, presa, comparto tu dolor pero no tu espera, mira mis dientes, presa, imagina mi dolor mientras roía mi libertad. Te comprendo, presa, yo ahora no comeré, quizás mañana. Tu libertad es tuya, aún tienes tus dientes, tú decides si serás abrigo o hasta cuando ser presa.
Te espero hermano, quizás mañana, dos lobos cojos volverán a hacer manada.
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