Profundamente solo por la noche, delinea algunos pensamientos. Imagina que son póstumos, se acaricia a sí mismo en la cabeza. Se desespera por no poder avanzar, por encontrarse consigo mismo pero no saber qué hacer. Mientras tanto el tiempo avanza, porque el tiempo siempre avanza, y los vidrios se van empañando de hielo y de vaho, hasta que sólo se ve una silueta de la luz del exterior a través de su espacio.
Profundamente solo por la noche, se sienta frente a una pared vacía. Va a explotar en algún momento, pero eso será bueno. Explotar significará destrozar todo lo esperado y quedarse en silencio hasta morir congelado en alguna esquina; esperando que el viento estalle de pasión entre sus dedos y su boca; esperando que empiece la tormenta y el lento ascenso al cielo llevado por la ilusión de los perros, los extraterrestres y los miserables.
Profundamente solo por la noche, imagina su propia vida como si fuera de otro. Allí está frente a la chica, desatornillando el mundo en pequeñas piezas reducibles, buscando entre las partes un sentido decente, inventando un nuevo orden, quizás más estructurado, pero seguramente peor. Su respiración se agita y se confunde con el sonido de la electricidad en las nubes y los cables. Su respiración es el humo que le asfixia los ojos y de pronto sólo deseará besarla.
Profundamente solo por la noche, recuesta su cabeza contra su sueño y cae. Vadea con imprecisión en la ciénaga. Allí todo es luminoso y magnético. Las fuerzas que lo atraen son las mismas que desea proyectar. Illuminate my heart, my darling, porque el sol va a atravesar todas las nubes y no va a quedar nada. Porque todo será pulverizado y de las cenizas brillarán los recuerdos. Porque desde el grisáceo espacio de tu rostro la luz desintegra las sombras, y los árboles se entumecen de frío y de pena. Porque debajo de la lluvia y del barro, detrás del tiempo y del monóxido, los metales, las pisadas, quedará un pedazo de vida brillando para siempre.
Entonces quedaremos paralizados en la vorágine. Giraremos como restos en el torbellino. Y la sal del mar. Y subiremos por la cresta de las olas y por cualquier espacio que se abra en el vacío, hasta donde sea posible llegar, hasta que no se pueda más y tu cara se disuelva en el ácido de los muertos. Porque flotar en el vacío es el nudo de mi garganta cuando el polvo seduce mi vida en la ciudad de los ángeles. |