Salía cada mañana,
pisando calles a ganarse la vida
aferrado a su caja de golosinas día a día,
vendía estas con mucha alegría
era para el un juego
con sus ojos de niño se reía.

No comprendía porque era así su vida,
a sus cortos años soñaba en el día,
a jugar con sus amigos
e imaginaba así que seria
de padre desconocido
de madre ya ida
con sus ojos de niño puro
la estatua blanca le sonreia.

Los vecinos del lugar,
cama y comida le ofrecían
al pequeño santiago
así le llamarían.

No fue casualidad su nombre
conocía bien cada rincón,
en la ciudad de los hombres del largo callejón,
el lo sabía muy bien
escondería el llanto
pues así no se burlarían.

Dormido esta en el peldaño
en la escala de la estación,
es el pequeño santiago
con ojos de niño abandonado
espera encontrarse en sueños
con sus amigos adorados.

Son estos una estatua y una serpiente
de lomo azulado
le permite solo a el la cabalgue,
recorriendo hermosos lugares
lunas y estrellas,
soles y mares,
descansaran junto al río
de cristalinas aguas y relajante ruido.

Esperaran a que aparezca,
la gran señora blanca
una estatua de extendidos brazos

Para jugar con estos
en la rivera del río,
ella lavara sus infantiles pies
y abrazara al pequeño niño
sintiéndose madre de este crío.

Volaran juntos de la mano
para comenzar un nuevo sueño
de dichas y cantos...

El pequeño santiago ha partido,
cabalgando su sueño sonriente
no tendrá que despertar jamás
porque jugara con ellos por siempre.

Iluminaran con sus risas
la larga alameda,
descolgaran por las calles
alegría puerta a puerta
y así comprenderán que su nombre,
no fue casual,
nos lego su sueño
de reír y jugar.

Hoy se aferra de la mano
de su nueva madre
y sus grandes ojos ahora están alegres
mirando de lado a lado,
nos observa con su nueva cara
de niño mimado...

Y ahí quedo la caja
con dulces y chocolates,
los vecinos le recuerdan hoy
con pensamientos de madre,
ellos hicieron lo posible
bien lo sabe dios...
solo una flor le recuerda
en el largo callejón.