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Para que yo te comprenda… mi amor, para que sepa…
No será necesario que me expliques, en secreto,
Que no deseas verme así,
Tan de repente
incompleta.
O de repente hallarme así…
Tan desarmada.
Me dirás que fueron esos labios, o ese pelo.
O mi silencio.
Que fue el destino infiel que se interpuso,
La magia cruel que endulzó nuestro tiempo.
Que fueron mis dedos de repente
Paseándose a destiempo por tu cuerpo.
Para que tú me comprendas… mi amor, para que sepas…
No será necesario que te explique, en secreto,
El dolor que provoca en mí tu ausencia,
Así, tan de repente
Implacable.
O de repente así…
Tan descubierta.
Te diré que fueron tus ojos, o tus manos…
O tus versos.
O el ademán de tu luna cada noche
desgastando mi cuerpo.
Provocando…
Que fueron los susurros de unos labios
descorchados.
Que fueron tus palabras juguetonas…
Mis deseos saliendo a borbotones de tus besos.
De repente son los sueños, los aromas.
Te diré que fue tu risa y fue mi llanto,
Y la suavidad….
Que fueron también nuestros sueños.
Unas historias a medias.
Tu locura de repente…
Te diré que fueron al fin nuestras manos.
De repente tus ansias y mis ansias,
Y ese miedo…
Para que al fin nos comprendan… mi amor, para que sepan…
Mejor no les robamos una porción de su espacio…
Ni una ración de su tiempo.
Viviremos.
Para siempre.
Vagaremos…
Escondidos en los versos.
Porque tú y yo somos… y seremos, dímelo:
Un día
Un día
Un día
¿Un sueño…?
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