No seré yo él que prevalecerá en esta historia sino usted.
No seré el que narre a distancia los acontecimientos que leerá a continuación. Sin embargo, tengo un extraño vínculo. Hay quienes intentarán quitarle lo que le pertenece. Pero, ten presente que el vínculo mortal de tus palabras, pronunciadas con vehemencia, me hará revivir por siempre y para siempre en estas lápidas marcadas en este jardín inerte. Se quien quieras ser..., pero, te aconsejo ser el único lector de esta historia. Mientras te sientas con vida recordaras el significado de estas marcas que llevaras grabado en la sien, ignorando por completo la distancia que nos comprometen en este momento, pero deberás reafirmar tu propósito una vez que hayas finalizado esta primera lectura…
Déjame advertirte que estarás siendo aconsejado por un ser perturbado, a causa de las absorciones de ciertos conocimientos que convulsionaron su raciocinio social, provocando así la interrupción de su indulgencia.
Simultáneamente, mientras lea estas líneas encontrara ante usted una descripción de un pintoresco cuadro (un sillón de tres cuerpos de ceda hindú, con dos almohadones motivos de cebra, en donde estará reposando, en algún momento en este jardín de pasto firme y vigoroso). Preste atención a lo que hay detrás de ese marco espectral. Se verá sosteniendo un libro de tapa dura de color azul, con páginas amarillas que había recogido sobre esa mesa ratona de madera que está junto a usted. Acá no hay viento que desvié su desconcierto ni sol que lo incinere. No hay noche que parezca de día, ni sombras inmóviles. Tenga cuidado con lo que perciba puede confundirse al principio. Sea usted mismo ante todo. No querrá saber que es lo que pasó. Sospechas y le teme a aquella idea que ha bosquejado en su cabeza, pero, no deberías indagar más allá.
Allí, en ese marco espectral, en donde su inconsciencia lo ata alguien, no importa quien, había hecho algunas anotaciones, sobre su pasado. En ella, esta marcada la ruta de escape de este fuliginoso espiral que su conciencia ha suprimido. Le vuelvo a recordar que tome sus precauciones de lo que perciba aquí no es justamente lo que usted piensa que sucederá: sea usted mismo ante todos los involucrados.
En el fondo del jardín existe una cerca de madera pintada de blanco dividiendo la mala hierba que rodea a treinta lápidas que están casi cubiertas por las malezas y el moho.
El ingenuo lector intentará acercarse para visualizar aquella sombra de curvilínea figura que se había despegado de entre unos árboles que se encontraban alineados próximos a la cerca de madera. Aquella figura correspondía a una joven de rojizos cabellos, cubierta por una capa de terciopelo tornasolado, que extendía hasta cubrir su oscura sombra.
- A ti te estábamos esperando...- lo miró con inquietantes ojos verdes, su voz dulce y serena lo hipnotizaron. Pero por algún motivo titubeó en contestarle mientras intentaba retroceder. -Y si te retiras continuaremos esperándote... - rebatió ella.
Avanzando uno metros hacia la maleza, con una leve sonrisa y desapareció detrás de esta. Pasó unos segundo hasta que reaccionó sobre el cuadro que se desdibujaba ante sus ojos.
Desde la oscuridad que brindaba la habitación del departamento se aproximaba a paso lento un anciano de muy corta estatura. Mientras se acercaba pude notar que su cabeza estaba pegada a una joroba. Estaba tapado por un piloto de color azul perlado, sobado y con oscuras manchas. Su boca derramaba un líquido viscoso que succionaba cada vez que respiraba por la misma, su apariencia era parecida a un autómata. Cuando se acercó no pude ignorar el fuerte hedor que despedía. El hombrecito, levantó las cejas mientras giraba lentamente la cabeza hacia la derecha señalando con los ojos el horizonte que se plegaba al césped. Abrí el cuaderno en donde leí una de las primeras notas que se encontraba al pie de la página: “Mientras te sientas vivo recordaras el significado de estas marcas que llevarás grabado en la sien en la eternidad de tus días...”
El hombrecito lo guío a través de la neblina y se encontró con una habitación y una voz lo interrogó.
¿Porque te urge verme? ¿Qué es lo que te lleva a querer saber de mí? ¿En que lió has de meterte, para conocer este mundo que te es tan indiferente? Sabes que no debes cruzar el umbral.
-Quiero saber si es verdad lo que dicen. Quiero verte con mis propios ojos, tu insufrible existencia. ¡Si es verdad lo que cuentan! ¿Por qué no he de investigar? Saber no me vasta ¡Quiero indagar aún mas allá!
En un momento dado, me encontraba sujetando al hombrecito desde la solapa de su abrigo.
-Él no es al quien buscas. A quien buscas es a mí...
Detrás de unas grandes cortinas levemente iluminadas de terciopelo rojo intenso, que caían desde el infinito cielo raso, vi asomarse un espectral niño que no superaba el metro sesenta de altura y aparentaba tener unos quince años de edad. Parecía desnutrido, por lo menos eso revelaba el brilloso tapado negro azabache que se hundía en su abdomen. Era pálido, con ojos rojos, una leve vellosidad en las manos y sus colmillos que sobresalían de sus finos labios enrojecidos. Se iba acercando sigilosamente, sin sacarme la vista de mi temblorosa retina. Me habló en forma suave y pausada. Deje de sostener al hombrecito; él me lo había ordenado.
Lo tuve enfrente de mí y el aire se torno en un turbio escenario de dimensiones desproporcionadas con una niña parada en medio de una dibujada calle de piedras. Camine cinco pasos hacia ella que sostiene una diminuta canasta de mimbre de la cual saca una manzana verde y se la brinda.
-Elije puede ser ficticia o real. Depende de ti comprobarlo. Tu primera fantasía se puede dar como una predicación. Pregúntate que es lo que quieres y satisface tu necesidad inmediata.- mordí la manzana sin percatarme de que en ella había una minúscula puerta abierta con un hombrecito colgado de la manija.- y si lo quieres lo agarras así vas satisfaciendo tus necesidades. Piensas que de este modo te liberas de las ataduras que te atan a esta decorosa moral.
“Puede ser real…” esa frase rondaba en mi cabeza después de haber bebido unos cuantos litro de cerveza con mis amigos en el bar. Me levante con un fuerte dolor de cabeza de la cama con esa oración que paseaba por mi cráneo “Puede ser real…”. Que cosa podía ser real ¿un sueño? Me reía en silencio mientras me cepillaba los dientes. Generalmente no hablo ni rio solo es que la frase era tan persistente que pensé que me estaba volviendo loco lo primero que me dije: no vuelvo a tomar es una promesa. Pero es lo primero que decimos cuando pasan estas cosas que no podemos explicar lo segundo fue: Nada a la mierda yo tomo y mas si voy con amigos y la tercera cosa que hice fue ver la hora me faltaba quince minuto exactamente para entrar a trabajar.
Situado en Hipólito Irigoyen y Entre Ríos (vivo sobre Hipólito Irigoyen). En el pasillo que conducía a la puerta, el niño había colgado el cuadro y me dijo: “Cuando quieras descansar solo dilo; serás remplazado, igual que todos los demás.”. Se dirigió hacia el final del pasillo en dirección contraria a la puerta, quedándose sentado sobre el umbral, cerró sus ojos y los míos para un perfecto final.
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