La noche envolvió al día cubriéndola de una niebla espesa.
Los habitantes de la ciudad no estaban acostumbrados a aquella oscuridad diurna, el pánico se apoderó de ellos obligándolos a cobijarse en sus casas, algunos rezaban a su dios mientras lloraban, otros se reunían con sus familias despidiéndose, en fin… todos tenían miedo a lo desconocido.
Mientras tanto, Candela se sentó en el parque más próximo a su casa para contemplar la belleza de un día noche o de todo lo contrario. Ella también tenía miedo pero decidió ver algo positivo en lo desconocido, en aquello que su razón no podía encontrar un desenlace y en silencio pensó que aquello podría ser el final, pero por que no el principio de algo mucho más sublime.