Lágrima uno, por el ayuno
que nunca logré obsequiarme;
por no cuidarme.
La segunda es por mi soltura
atrapada en las heces de cada mañana,
perdida, añorada...
En la cola del deseo sitúo la lágrima tres,
por prohibir cumplir tus sueños,
por regalarte algo que aún no ves.
Número cuatro, cinco, seis,
a cada perdido ser querido,
a mis abuel@s... (suspiro...).
Puesto siete para mis padres:
por no demostrarles lo que les quiero,
por no sonreírles, por no abrazarles...
Hasta la lágrima doce al planeta;
por él, su agua, fuego, aire y tierra...
no ardas en tí mismo...
La lágrima trece a la buena suerte
que me demostró que no existía,
que consintió mi muerte.
Siete gotas de ojo más
a esta tristeza,
a mi soledad.
Las diez siguientes a mis amigos,
por existir por poco tiempo;
gracias, aunque no haya motivos...
Y a unos amigos que no existieron
regalo diez lágrimas más:
¡Váyanse al cuerno!
Las diez próximas (hasta cincuenta)
a los estudios fracasados,
a sus horribles empleados.
Las que me quedan, otras cincuenta,
a todos los que me habéis fallado;
a cada persona que se me presenta;
a mi desconfianza por el pasado.
*Javier Santalices* |