En el lugar dónde todos los extraños humanos habitan, nada más torcer la esquina, se dibuja un caballo en un lienzo de metal.
Un hombre alto y fornido en su puesto de helados, vigila ese caballo, en el interior de su uniforme lleva un comunicador.
Los extraños humanos se acercan y piden uno de esos cucuruchos relleno de ricas esencias de distinto sabor.
Ninguno sospecha que desde la azotea de uno de los edificios que componen aquella calle, una sombra vigila con sigilo trás unas gafas de cristal oscuro.
El caballo que de quieto no tiene nada, gira sus pupilas y mira hacía el puesto de helados, sus ojos portan un transmisor.
Pero, ¿ qué me dicen de su cola ?, cuando la misma se estira, es un periscopio de un alcance tal, que es capaz de visualizar con total claridad de imágen, incluso a las hormigas del lugar.
Cuando llega el jefe, el caballo se abre en dos, la azotea se pliega de hombres de negro, el puesto de helados se transforma en un bunker de comunicaciones y los extraños humanos, miran y miran sin comprender el porque aquél caballo de metal se parte por la mitad.
El jefe con su sequito, pasa a su interior, y el caballo ánte la mirada inmutable de los extraños humanos, hace que sus bocas se queden abiertas cómo buzones, cuando se vuelve a cerrar.
Caminando van por un largo pasillo, que lleva de un edificio a otro.
Llegando al final del mismo, un ascensor de silicio les espera, tán pronto dejan sus mentes en suspenso, el ascensor los eleva al último piso.
Allí "la reina" sentada en su trono de cristal, rodeada de espejos de colores, les tiende su mano para que el jefe y su sequito la besen.
"La reina" la llaman, pero en verdad es la cabeza visible de una gran banda.
El jefe ordena sacar las joyas robadas, y "la reina", mira asombrada lo que aquellos hombres comienzan a depositar ante élla.
Coge un collar y se lo pone por el cuello, mira al jefe y sonriendo le dice: "gracias mi gran hombre por tus regalos, cómo "tu reina" que soy, esta noche daré a tus hombres dinero y tiempo libre y tú podrás dormir al lado mío".
El jefe queda halagado y manda a sus hombres al edificio de al lado, para que reciban su premio y puedan disfrutar de una noche de ensueño.
Él toma la mano de "su reina", y levantándola del trono, comienza a andar con la misma hasta una puerta con un corazón en su centro.
La puerta se abre despacio y aparece un lecho de rosas y oro.
"La reina" invitando al jefe a pasar, cierra la puerta, áquella que guarda los corazones de quiénes trás la misma se aman.
La noche pasa y el amanecer, hace que el caballo de metal se abra de nuevo, el jefe y su sequito vuelven a salir del mismo, ahora nadie los mira, los extraños humanos dormídos están. Es la hora de volver al trabajo, de volver a trazar un nuevo plan ...

Escrito por Carlos Them

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